Ditti- Eva Hochstimm (1924-2014)
Empiezo por Ditti que trabajó en Abril como
diagramadora, por eso elegí ponerla al
comienzo de este capítulo porque, aunque su nombre aparezca en muy pocos Bolsillitos, ella estaba ahí participando en
su creación. Figura, por ejemplo, como adaptadora de La casita de Timoteo Lauchín (118).
Nª118 La casita de Timoteo Lauchín (Disney)
Al igual que su hermana Susi, tanto escribía como ilustraba. En "2, 3 y 4" tiene, por lo menos un cuento.
Susi y Ditti
se escaparon de Austria con sus padres a último momento antes de la guerra
(creo que en agosto del '39), medio de milagro ya que las cosas para los judíos
no estaban nada bien por entonces (tampoco para los matrimonios mixtos).
Querían ir a Argentina pero la Argentina no daba visas para gente tan mayor
como mis bisabuelos. Intentaron en Brasil, en donde tenían una pariente, pero
no se las dieron cuando dijeron que eran ateos. Bolivia les dio visas y allí
fueron, pasando por Brasil, Montevideo y Buenos Aires en barco y desde ahí en
tren hasta Cochabamba. Susi se fue más tarde a vivir a Buenos Aires, mi abuela
se casó en Bolivia, ahí nacieron mi tío y mi papá, se divorció y se fue también
a vivir a Buenos Aires, seguida poco después por mis bisabuelos.
Con mi
abuela Ditti siempre tuve una relación muy cercana. Y eso a pesar de que estuvo
exilada en Viena entre el 78 y el 81 (no estoy segurísimo de las fechas pero
más o menos deben ser ésas). No sé hasta cuándo trabajó en Editorial Abril,
trabajó sobre todo en el Centro Editor como diagramadora hasta que se exiló, si
no me equivoco. También estudió cerámica con Leo Tavella y durante años dio
clases y expuso sus esculturas. Por desgracia muchas se perdieron con los años
y el exilio. También estudió flauta dulce en el Collegium musicum y cantaba en
muchos coros. Cuando volvió de Viena instaló un taller de cerámica en nuestra
casa y ahí recibía a los alumnos. Nosotros también participábamos. A mi hermana
y a mí nos enseñó a leer música y a tocar la flauta. Era una mujer de una
enorme vitalidad, muy alegre y afectuosa, con mucho humor. A primera vista
habría parecido más desprejuiciada aún que Susi aunque esto creo que se debía a
que era mucho más extravertida, y, desde que había hecho terapia, creo que en
los años '70, notoriamente falta de autocensura al momento de decir alguna mala
palabra. En su casa (y también en la mi bisabuelo y en la de Susi) había
innumerables libros de arte, que habían ido comprando a lo largo de los años,
en varios lugares. Muchos estaban en alemán o en inglés pero para nosotros
acceder a este mundo de imágenes fue muy importante. También las tres casas
estaban llenas de adornos y objetos de todas partes del mundo. Mi abuela nos
leía cuentos que tenía de cuando era chica, algunos de memoria (los cuentos
tradicionales como "Hermanito y hermanita" y "Rumpelstilzchen")
y otros los iba traduciendo del alemán de los libros que se había traído de
Viena (como el "Doctor Dolittle" y "Just so stories" de
Kipling). Cuando estuvo exilada nos mandó un cassette con cuentos (de los
tradicionales) que por desgracia, no sé cómo, con los años perdimos. Sabía
contar muy bien a pesar de no haber aprendido nunca muy bien el castellano Es
decir, podía perfectamente comunicarse y decir todo lo que quería, pero cometía
muchas faltas. Yo tardé muchos años en darme cuenta de esto, para mí
simplemente hablaba como ella. Susi en comparación tiene un castellano
excelente pero también estudió y leyó en otros idiomas (sé que leía sin
problemas en francés, italiano e inglés por lo menos). Tengo la impresión de
que a mi abuela nunca le interesó mejorar su castellano, tal vez nunca le
pareció necesario, ya que nunca tuvo problemas de comunicación por eso.
Tanto a Susi
como a Ditti les gustaba mucho el arte popular de diferentes lugares del mundo.
Las dos viajaron mucho y trajeron muchos objetos y libros.
Siempre les
quedó cierta nostalgia de Viena y un poco nos la transmitieron a nosotros. Sin
embargo cuando en los '90 pensaron en la posibilidad de irse a vivir ahí,
después de pasar unos meses no se sentían más en casa y volvieron a Buenos Aires.
Pablo Kornfeld, nieto de
Ditti
Susi y Ditti
Por este testimonio familiar vemos que tanto Susi como
Ditti estaban inmersas en el mundo del arte y de la literatura infantil.
4 de febrero de 2021
Lo bueno de un libro virtual es que puede crecer y variar con más facilidad que un libro impreso. Tenemos un nuevo testimonio sobre Ditti, de una amiga y familiar muy cercana a ella:
No sabemos hasta qué año trabajó Ditti en
Editorial Abril. Durante algunos años estuvo participando de una gráfica, que
era un emprendimiento familiar, hasta que recaló en el Centro Editor,
nuevamente de la mano de Boris Spivacov.
Allí trabajó integrada en un equipo de
diagramadores en múltiples colecciones y fascículos de la Editorial. Previamente,
estudió cerámica con Leo Tavella y compartió con él, como socia, un local en la
legendaria Galería del Este. Participó en muestras colectivas de cerámica y en
los salones nacionales. Fue en 1969 que ganó el segundo premio en escultura en
el Salón Nacional de Cerámica.
Estudió flauta dulce y participó en coros,
dirigida por importantes figuras. En los años 80, con uno de esos coros cantó
en el Teatro Colón.
Yo la conocí hacia fines del año 1969. Fui a
su taller a tomar clases de cerámica, y allí, en ese lugar caracterizado por el
desparpajo con que manejaba todo en la vida, rápidamente convertimos el vínculo
profesora alumna en una amistad que nos unió durante toda la vida.
También fue mi suegra durante una década, e inolvidable abuela de mis
tres hijos… pero esa es otra historia.
Madre de un detenido- desaparecido (su hijo
mayor, Tommy, desapareció en 1977) en 1978 recibió una amenaza de muerte por
las averiguaciones que hizo acerca de esa desaparición, y se fue a Viena,
exiliada. En principio pensó que sería por algunos meses, pero finalmente pasó
en Europa casi tres años.
Arribada a Viena, Ditti no perdió mucho
tiempo en quejarse, aunque tuvo dificultades y tristezas y sobre todo extrañaba
mucho. ¿Qué hizo en Viena? Se armó una
vida posible… y trabajó, trabajó bastante y en diversas cosas: fue guía de
turismo para acompañar a un grupo de jubilados a España, pero los mayores
requieren paciencia y Ditti no disponía de ese tipo de paciencia.
Después diseñó un osito para una campaña de vacunación infantil, del
que se hicieron impresiones en cartón para repartir y carteritas con un
adhesivo con el mismo motivo.


Trabajó en locales comerciales decorando las
vidrieras y sobre todo, cultivó afectos con la familia que había quedado en
Viena antes de la guerra, resignificó relaciones entre ellos y se hizo de nuevas amigas.
Viajó por Europa con su padre, su hermana y
alguna prima. En cierta ocasión sirvió de guía para conocer Viena a un grupo de
amigas mías. Ellas habían alquilado un auto y cometieron una falta de tránsito,
entonces, cuando tuvieron que dar explicaciones ante un policía, todas se
volvieron a Ditti que era la única que hablaba alemán. Ditti, rápidamente, le
habló al policía:
-
“Somos
turistas argentinas y nos confundimos con las indicaciones”- le dijo en
castellano.
A las demás les costó contener la risa.
Antes de partir al exilio, planeaba estudiar
artesanías en un Instituto de Viena. Ditti no había podido cursar la escuela
secundaria, de adolescente, por las
leyes de persecusión racial. No pudo o no quiso inscribirse finalmente, pero hizo
también muchas artesanías y en esa época volvió a tejer.
“Dibujo con las lanas”, me decía. Era capaz
de tejer figuras sin plan previo, improvisando, sin bocetar. Una vez tejió un
sweater bordó con un elefantito gris en el pecho, y en la espalda le tejió “la
sombra”, el mismo elefantito en otro punto.
Experimentó con macramé y con flores secas,
además de los papeles cortados y superpuestos típicos de Hungría. Me decía que
en Viena no podían creer que hubiera un lugar en donde las plantas estuvieran
verdes durante todo el año.
Para diciembre mandaba unos lindísimos
calendarios de adviento, que después terminó dibujando ella misma. Es que en
Viena se reencontró con el festejo de Navidad con nieve y con los rituales que tanto le habían gustado cuando era chica.
Volvió al país, no tenía trabajo ni
jubilación y tuvo que empezar de nuevo. Armó un taller en nuestra casa, El
taller del Jardín, y tuvo otro taller por Palermo, porque no quiso volver al
departamento en donde había recibido la amenaza hasta que se fuera la Junta
Militar.
Volvió a la cerámica, enseñando y
produciendo. Enseñó también flauta dulce y dedicó varios años a bordar tapices y cubrecamas, en punto cruz,
improvisando con las lanas sobre la tela blanca. Como algunos eran muy amplios,
los hizo fotografiar una vez por un profesional especializado en obras de arte.
Y con esas fotos coloridas… armó ese año sus consabidas postales de Navidad.
Volvió
muchas veces a Viena, y escribió y recibió montones de cartas. Al revés
de Susi que nunca tuvo computadora, ella sí la usó, como supo y como pudo. Y
cuando el Parkinson de sus últimos años le dio poca tregua, manejó el mouse con
las dos manos.
También se asombró y se deslumbró, con su
cabeza abierta a los cambios, cuando un ex compañero de Arte del Centro Editor,
le mostró la carta de colores que la computadora hacía posible: ella perteneció
a una época de la diagramación totalmente artesanal.
Al revisar su prolífica producción, me
pregunto adónde hubiera llegado Ditti si además hubiera tenido estudios
sistemáticos. En sus esculturas hizo cruces con la literatura, con el
psicoanálisis, con las religiones antiguas, con la mitología. Igualmente lo
hizo con sus tapices. Y fue siempre una lectora muy constante, una autodidacta.
Vivió con pudor sus dolores. En los últimos
años yo era la que le relataba los homenajes que se hacían a los desparecidos
en las escuelas y en diversos ámbitos y los juicios por la verdad. No alcanzaba
a diluir su dolor, pero se sentía reconfortada.
Enfermó en los primeros meses de 2014 y
murió en mayo del mismo año, con noventa años recién cumplidos.
La extrañamos mucho.
Lidia Gil, alumna, amiga y nuera de Ditti
Luis
Destuet (s/d)
Su nombre no aparece en absoluto, pero se encargaba de
dibujar los personajes de Disney. Fue el primer dibujante sudamericano en hacer
estos personajes. Colaboró en Abril en las historietas “El pato Donald” y “José
Carioca” y también en todas las colecciones de cuentos que tenían personajes de
Disney: “Yo soy”, “¡Qué parejita!”, “Cuadernos de Mickey”, “Cuentos de Abril”
y, obviamente, Bolsillitos.
Nº10 Pluto (Adaptado por Noñé)
Pero además, por encargo de Civita, enseñaba a
otros ilustradores jóvenes cómo dibujar
los personajes.
Nº21 Dumbo (Adaptado por Noñé)
Publicó historietas propias: “Trabuco y Trinquete” en la
revista “Salgari” y “Hora cero”; “Abrojo, un hombre oscuro”, una historieta
“gaucha”, en el diario “la Razón”.
Hizo
ilustraciones de libros como La rosa y el anillo de Tackeray. También participó en la película
Upa en apuros.
En los sesenta, parece que a raíz de una crítica que le
hizo Hugo Pratt haciéndole ver que desperdiciaba su talento, dejó de dibujar
los personajes de Disney y de dedicó a ilustrar, y también a escribir,
literatura infantil, por ejemplo: Cipriano
el distraído y otros cuentos; Gauchos
y gauchitos; ambos en Editorial Sigmar.
Puede ser que haya fallecido en el año 2002.
Alberto
Breccia (1919-1993)
Alberto y una página de su historieta Mort Cinder
Es uno de
los primeros ilustradores y firmaba con su nombre completo. Cabe preguntarse
por qué los ilustradores podían usar su propio nombre y los autores, no. Si
aceptamos la razón de Susi, que se les pedía no usar el apellido porque a los
chicos podría resultarles difícil de leer, tenemos una pista. El nombre del
autor aparecía en la tapa arriba del título, en la época de las tapas
cuadriculadas en letra cursiva y en la
época de las tapas lisas, en imprenta mayúscula; los chicos tenían que verlo y
ser capaces de leerlo. El nombre del ilustrador, en cambio, aparecía en la
parte inferior de la última hoja, debajo de la palabra “fin”, inmediatamente
después del nombre de la serie, por ejemplo:
Primer Bolsillito ilustrado por Alberto Nº4 El circo (Inés)
Los chicos podían obviarlo ¿para qué seguir leyendo después de la palabra fin?
Otras veces, las menos, el nombre del ilustrador aparecía en la parte superior
de la primera página dentro de un recuadro. Nunca apareció en la tapa. Pero
debemos pensar que ya era importante que apareciera en algún sitio porque otras
editoriales no lo ponían.
Nº30 Los pajaritos
En lo que respecta a las colecciones infantiles de
Boris en Abril, la única que puso el nombre del ilustrador junto con el autor
en la tapa fue, como ya vimos “2, 3 y 4” pero no en los primeros títulos.
Algunos Diarios de mi amiga tienen el nombre del ilustrador en la tapa, pero la
mayoría lo tiene en la parte inferior de la contratapa.
Alberto
nació en Montevideo, pero desarrolló toda su carrera en Argentina ya que sus
padres se mudaron a Buenos Aires cuando él tenía tres años.
Sus comienzos fueron duros, trabajaba en un matadero como
“tripero” y, cuando regresaba a su casa, dibujaba todo lo que podía. Publicó
por primera vez en una revista barrial llamada El resero (1938), escribiendo algunos artículos y dibujando las
tapas. Al año siguiente, ya trabajaba profesionalmente en la Editorial Manuel
Láinez. Sus primeras historietas fueron Mariquita
Terremoto, Kid Río Grande y El vengador. Permaneció en esta
editorial hasta 1944.
Luego hizo la historieta Puño Blanco en el diario “La razón” Y Gentleman Jim en la revista “Bicho feo”. Poco después entró a
trabajar en la editorial Dante Quinterno en la revista “Patoruzú”. En 1947
apareció su primer gran éxito Vito
Nervio, con guión de Leonardo Wadel.
En casi ninguna biografía
suya se menciona su paso por las publicaciones infantiles de Abril, pero ahí estuvo, por lo menos entre 1952 y
1955, ilustrando Bolsillitos, exactamente veinticinco, muchos de ellos escritos
por Sánchez Puyol. Inolvidables, La familia Felita y Pepe. Pino.
Nº98 El hada Azulina (Noñé)
También dibujó
cuentos e historietas en “Gatito” y “Cuadernos de Gatito”: Caperucita Roja (7); El gran
detective Jopito (19), con guión de Julio Almada. Incluso ilustró cinco ejemplares de “El diario de mi amiga”: Cordelia,la niña hada (3), escrito por
Conrado Nalé Roxlo: Lola la niña del circo (11), escrito por Sergio; Gerda,(15) un cuento de Andersen; Zazá la
gitanita (24), escrito por Sergio y Esmeralda (26), de Julio Almada.
Contratapa del Nº 7 de "Cuadernos de Gatito"
Caperucita Roja
Y en 1954 ilustró la primera edición de La escuela de las hadas de Conrado Nalé Roxlo.
Nº18 Gatito aprendiz de Rey mago
En 1957 ingresó a Editorial Frontera, la editorial de
Oesterheld. Con este autor realizó la
serie Sherlock Time para la
revista “Hora cero extra” y Mort Cinder,
para “Misterix”(1962-1964). En 1966, también con Oesterheld, Richard Long, donde comenzó a trabajar
con la técnica del collage. Finalmente, El
eternauta, en 1969, reescrito por Héctor para la revista “Gente”. Como vimos en el capítulo anterior, no
terminó de publicarse a causa de la censura del gobierno militar, pero tuvo
gran éxito en Italia y España a comienzos de los setenta. Hizo muchos trabajos para editoriales italianas, algunos
de ilustraciones para revistas infantiles.
También realizó adaptaciones de obras literarias como El corazón delator (1975) de Edgard
Allan Poe e Informe sobre ciegos
(1991) de Ernesto Sábato. Con Carlos Trillo realizó Un Tal Daneri (1974) y
Buscavidas (1981).
Recibió numerosos premios, nacionales e internacionales,
entre ellos: “Premio Yellow Kid” (1973), “Premio Amnisty Internacional”, por Perramus(1983) y, póstumamente, “Premio
al mejor álbum extranjero” en el salón de Barcelona de 1994, por Informe sobre ciegos.
Cien años de Alberto
Breccia, "monstruo" de la historieta
Conocí a Alberto cuando ya era un
artista consagrado, cuando sus colegas lo llamaban "maestro" o,
simplemente, "el viejo". Pero para mí Alberto Breccia era
algo diferente. Lo importante pasaba por otro lado y se trataba de que ese
viejo, tan jodón y cariñoso, era mi abuelo. El abuelo que venía todos los
jueves a mi casa, así lloviera o así coincidiera ese día con su regreso de
algún viaje a Europa, porque la cita para él siempre fue inamovible. Los que lo
trataron, saben que era un tipo de
manías y de costumbres rígidas. Todos los jueves de cada semana cenaba
en mi casa.
La rutina de ese día era sencilla, mi
vieja (o sea su hija Cristina) hacía una comida, o pedíamos pizza, una vez que
mi papá llegaba de laburar del profesorado. Mi abuelo, en caso que no hubiese ningún gato durmiendo sobre la silla,
se sentaba en la cabecera de la mesa. Y si lo había, elegía otra, para
no molestarlo. Porque siempre tuvo adoración por los gatos. Fue durante esos
jueves, cuando lo escuché hablar de su juventud, de Mataderos, de los gatos
(llegó a tener más de dieciocho), del
talento de sus hijos, Enrique, Cristina y Patricia, de libros (nunca faltaba
Borges, pero tampoco Sexton Blake, un Sherlock Holmes clase B), de los
fantasmas que acechaban en su casa y del cine que adoraba. Patricia, su hija
menor, que lo amó tanto, lo
compara, en su eclecticismo exorbitante, con Ray Bradbury, con el
que tenía muchas coincidencias.
Ese fue el viejo que primero conocí.
Uno que los jueves nos traía turrones Namur (comprados en Liniers camino a
nuestra casa en San Andrés) y uno que, a cuentagotas, me introdujo en la literatura popular,
contagiándome su vicio por los libros viejos, por las editoriales y
colecciones que lo habían apasionado en sus años mozos. También fue el que me
pegó el gusto por el dibujo y el que me inculcó que leyera cuanto pudiera.
Durante esos jueves, en que se hablaba
de libros y de tantas cosas, también se fue colando el personaje, o sea, ese gran "Alberto Breccia".
Me fui enterando de quién era realmente. Hasta entonces, su obra era algo
inconmensurable para mi mentalidad infantil. Sus cuadros eran demasiado ominosos y el único libro de Alberto que daba
vueltas por mi casa era el de Lovecraft, que había adaptado
Norberto, mi padre. Un libro que estaba lejos de comprender más allá de la
intriga que me despertaba.
Un desplegable en la revista Fierro me
hizo conocer a Mort Cinder.
Era un póster del episodio de la Batalla de las Termópilas. Un jueves que mi
papá tuvo que alcanzarlo hasta su casona de Haedo, le pregunté por esa
historieta y me confirmó que se trataba de esa obra que, en los sesenta, había pasado sin pena ni gloria por la
revista Misterix,hasta que
se transformó en un fenómeno en Europa y marcó un antes y un después en la
historia de la historieta mundial.
Aún tengo conmigo el libro que me dio
ese día: el Mort Cinder editado
por Lumen en 1980. No está entre las mejores ediciones ni por lejos, pero es mi
predilecta. La dedicatoria dice: "A Mariano con todo mi cariño, el abuelo.
Haedo 05-03-1987". Yo tenía diez años. El libro lo leí esa
misma semana. Seguramente se me escaparon muchas sutilezas del guión de Héctor
Oesterheld, pero a partir de entonces mi abuelo nunca fue la misma
persona. Era un
"monstruo", en el sentido admirativo que los rioplatenses le damos a
la palabra: un Maestro. Y desde entonces, hice foco en su
"monstruosidad". Poco a poco sus libros más audaces se transformaron
en mis obras favoritas y llegué a conocer al dedillo todos sus laburos.
Al viejo, como dije, lo conocí en sus
últimos años, pero creo que eso, a la vez, me permitió intuir su juventud y los
albores de su vida. Él era un
apasionado de la literatura popular.Las añoranzas le devolvieron los
vicios de antaño. Casi todos los
domingos, con manía religiosa, recorría el Parque Rivadavia. Muchos
puesteros lo conocían (entre ellos dos libreros de ley como Juan Ferrari o Yoel
Novoa) y le reservaban el material que buscaba: Tit Bits (una revista donde
había hecho sus primeras armas como dibujante), folletines y libros de la
editorial Tor. Sobre todo los de la "Colección Misterio" cuyas
cubiertas eran ilustradas por el artista Luis Macaya. Esto no fue señalado nunca por los estudiosos
de la obra de Alberto, pero Macaya fue una de sus influencias más fuertes. El
estilo entre expresionista y bien sombrío de Macaya es esencial para comprender
la evolución estilística de Alberto Breccia.
Los libros que coleccionaba los anotaba
en un cuaderno de tapa dura que había comprado en Europa. Un cuaderno que parecía de principios de
siglo y que era igualito a los que usaba Laura Ingalls cuando
estudiaba en la escuela de su pueblo. Ese cuaderno lo traía todos los jueves a
mi casa y juntos lo repasábamos hoja por hoja. Como nunca me faltó malicia,
muchas veces buscaba específicamente los libros que no tenía, los compraba, y
después se los mostraba, con impostada inocencia, para hacerlo sufrir un poco.
Pero al rato se los regalaba a cambio de algún dibujito que me hacía a mano
alzada.
A pesar de que el viejo tenía bien
ganada su cuota de vanidad, en el fondo le repugnaban las poses y nunca se
sintió cómodo con el mote de artista. Se sabía y se reconocía como un laburante, porque siempre lo fue y porque
los dibujantes de su generación fueron auténticos albañiles del pincel y
el plumín. En los años cincuenta, a su trabajo habitual en la
editorial de Dante Quinterno, sumó colaboraciones infantiles en Abril y otras,
con seudónimo, en la editorial Láinez, además de trabajos esporádicos en
publicidad e ilustración. Todo esto sin embargo no le impidió tomarse su tiempo
para jugar al tenis con amigos o darse su baño de sol. Y hablando de tomar sol,
recuerdo una anécdota en que Constancio
Vigil, el legendario dueño de la editorial Atlántida, le consultó a
mi abuelo cómo hacía para mantener siempre su bronceado, "usted sabe,
Alberto, que yo tomo sol y no me quemo", a lo que el viejo, que era de
réplica veloz, respondió: "Porque debe tomar sol debajo de un árbol".
Con Vigil las cosas nunca fueron demasiado bien: se debía a que en el departamento
de arte tenían la manía de tocarle los originales al viejo. Lo que le valió una
vez, a uno de los jefes de ese sector, caer sentado de una trompada.
El deporte siempre fue una de las
debilidades de Alberto, que —contradictorio como era— se había jodido la salud
por fumar como un descosido. Ya de
grande, se apasionó por los fierros y junto a Enrique montaron un
gimnasio en el garaje de la casa de Haedo. En tiempos de malaria, mataban las
horas entrenando como dos energúmenos. Alguna vez me confesó que su meta
siempre fue ser como Reg Park. Nada de un cuerpo armonioso a lo griego, el
viejo quería ser patovica. Cuando
Arnold Schwarzenegger estaba en su apogeo, él no se perdía ninguna de sus
películas.
Enrique, a principios de los 70, pintó
un retrato de Alberto que era imponente. Un retrato al óleo, en colores ocres y
verdosos, donde se veía al viejo en actitud adusta, cruzado de brazos, como un
prócer de estampilla colegial. No sé si fue uno de sus ayudantes o un vecino
que vio la obra concluida y, con aire de entendido, proclamó: "Ahí lo
tené', al viejo ginasta".
Desde entonces, el título del cuadro fue esa frase llena de elocuencia y
sabiduría.
Retrato de Alberto realizado por su hijo Enrique
En un hermoso libro de conversaciones
que escribió Juan Sasturain, titulado Breccia el viejo,
Alberto cuenta que hasta mediados de los cincuenta dibujar le provocaba mucha
angustia. Sus comienzos como dibujante fueron vacilantes, su estilo no tenía
una personalidad formada y parecía abrevar de muchas fuentes. Era un artista de naturaleza arcillosa,
moldeable, con la insólita capacidad de no secarse nunca, de cambiar de forma o
estilo todo el tiempo. Esa arcilla, en la que parece haber sido
hecho mi abuelo, si alguna vez tuvo un molde, se rompió el diez de noviembre de 1993, justo en el día del dibujante.
Nos quedan recuerdos maravillosos, nos
queda su legado y su obra, que, a cien años del nacimiento de mi abuelo, está
más actual que nunca. Porque Alberto siempre fue para mí un viejo por fuera,
sólo por fuera.
Mariano Buscaglia (nieto de Alberto
Breccia)
Alberto
del Castillo (1922-2010)
Alberto del Castillo también es de la primera
época. Ilustró el primer Inosito (7), que luego pasó a la familia
de Csecs.
Nº7 Inosito (Inés)
Otros suyos y de Inés son: La casa del ratoncito (53) y ¡Hasta el año que viene Escuelita!
(90); con Noñé hizo, entre otros, Lauchita Rin-Rin (41); con Pedro, Los piratas (284), con Pérez, La historia de Goti (215). Comenzó dibujando a Pepe
Bolsillitos en las contratapas, pero luego este personaje pasó a ser dibujado
por Csecs.
Nº45 Pochita la cocinerita (Inés)
Tiene catorce Bolsillitos ilustrados, especialmente en
los dos primeros años, aunque hay algunos de 1956 y 1957. Colaboró también en
“Gatito” , en "Cuadernos de Gatito" y en “El diario de mi amiga”.
Nº90 ¡Acusado de ladrón!
Fuera de Abril, hizo ilustraciones infantiles para Editorial Códex, en la
revista “Pepín Cascarón”.
Trabajó para la revista “Leoplan”. En ella realizó, junto
a Nazar Haleblián, la sección “Rayos X”
de dicha revista. Con este artista también realizó Arbolendo,
el árbol con vida y Pulgarcito,
en la revista “Tibor Goordon”. Además
colaboró con la historieta Pitún y Gurito
en la revista “Bicho feo”
Comenzó a trabajar para
Dante Quinterno para la película de
animación Upa en apuros, y después
quedó en el plantel de la editorial. Ahí salieron sus historietas Fanfa en “Patoruzú” y Don Almendro en “Patorucito”. También
publicó El Infra-Man, con guión de
León Benarós, en la revista “Medio litro”.
A partir de 1960, Del Castillo se consagra al
dibujo animado publicitario, y asociado con Carlos Ceretti en Printer Advance,
realiza entre otros éxitos “Haceme mimo…” para productos “La Negra”, que le
vale un “Martín Fierro”.
También son muy recordados a pesar del tiempo
transcurrido, el chico golpeándose la pancita, creado para CAP; los alemanes de
“Bieckert”; “Pluma…pluma”; el gato de “Yelmo”; los gallegos Jesús y Manuel, de
“Raid”; el viejito de Gándara”; el diablo de “Orbis”…
Hugo Csecs (1927-2013)
Es nada más y nada menos que el
ilustrador que dio su aspecto definitivo a
Inosito y a Pepe Bolsillitos, así como el creador de Gatito y toda su
pandilla.
Entró a trabajar en Abril en 1950.
Su primer Bolsillito es La escuelita(11).
Nº11 Mi escuelita (SiroB)
Nº136 Pepe Bolsillitos en la Ciudad del Revés (Inés)
Nº162 La orejita de Perlina (Inés)
Ilustró más de treinta Bolsillitos y fue el dibujante principal de “Gatito”. También colaboró en otras colecciones de Abril como “2, 3 y 4”, “El diario de mi amiga”, en los cuales dibujó muchísimas tapas, “Te presento a…”.; entre las infantiles.
Nº1 Colección Gatito
Para “Misterix”, realizó “Los dos reporteros” y
algunas portadas. También realizó portadas e ilustraciones para “Más allá” y
“Cinemisterio”
En la década del sesenta comenzó a
trabajar con García Ferré en la revista “Anteojito”. Era el encargado de ilustrar
algunas secciones, por ejemplo, “Mi
infancia en el recuerdo”, “Fábulas” y “Leyendas”, que aparecían en la última página.
Libros editados en 2010 que recopilan las secciones de la Revista Anteojito ilustradas por Hugo
También
colaboró en la enciclopedia “El libro gordo de Petete” y en "Las didácticas de Calculín". Trabajó con García
Ferré desde 1967 hasta 2002, cuando cerró la editorial. Fue fondista en la
serie “Hijitus” y colaboró en las películas Mil
intentos y en un invento, Trapito
e Ico, el caballito valiente, dibujando los fondos y los personajes
secundarios. También participó en
algunas tapas y notas de las revistas “Muy interesante” y “Ser padres hoy”.
Otra de
las revistas en las que publicaron sus ilustraciones fue “Billiken”, de
Editorial Atlántida. Para la Editorial Sigmar, ilustró algunos libros
infantiles, por ejemplo Leyendas
argentinas.
Se dedicó asimismo a hacer
comerciales en forma independiente, en su propia agencia; entre ellos el de sidra “La Victoria” y el
de “Opomedex”
“Maestro” como le decían sus
colegas. Siempre de buen humor, tirando pinceladas y silbando canciones, entre
mate y mate.
Muy madrugador, de muy bajo perfil, autoexigente, detallista, pero con
trazo simple y poder de síntesis. Hacía
dibujos que a veces, a simple vista, parecían sin terminar, pero que, al mirarlos bien, ¡todo funcionaba
perfecto!
Libros y enciclopedias eran sus fuentes, muy organizado cada cosa tenía
un cajón. Lápices sobre hojas de color, témperas secas usadas como acuarelas,
algunos acrílicos, esponjitas de distintas texturas, sellos fabricados, máscaras
de papel; eran algunos de sus materiales.
Siempre lo recordaremos por todas sus obras de estilo único, ¡Un genio que hacía, de las
manchas, dibujos! Un eterno soñador y contador de anécdotas asombrosas que se
iban dibujando en el aire a medida que las narraba.
¡Gracias, Maestro!
Gisela
Csecs, hija de Hugo Csecs
Agi – Magdalena Agnes Lamm (1914-1996)
Agi y Victoria Zellermayer (Buenos Aires)
Agi: tan sólo tres letras que ocupan el lugar
de un nombre exótico para nosotros, Magdalena Agnes Lamm.
Toda la información que pude conseguir de ella
la encontré en una nota de Wikipedia en alemán y en un libro en inglés sobre la
literatura infantil alemana en el exilio.
Agi nació en Budapest, por
entonces segunda capital del Imperio Austro-húngaro, en 1914. Era la única hija
de un terrateniente de Puszta. Estudió dibujo, pintura, escultura y diseño de
modas en la Escuela de Artes Aplicadas de Viena. Después de la anexión de
Austria, en 1938, emigró primero a Francia, luego a Bolivia y finalmente a
Argentina en donde llegó en 1940. Emigró con ella la famosa pianista Rita
Kurzmann-Leuchter, que escribió, en Buenos Aires, varios libros sobre educación
musical ilustrados por Agi.
En 1945 ganó el primer
premio del Festival Infantil Internacional por las ilustraciones de una
versión, en italiano, de La Sirenita de Andersen . Esa misma versión fue
publicada por Abril dos veces, como ya vimos en el capítulo dos, en la
colección “Regalo” en 1947 y en El diario
de mi amiga la Sirenita (37)en 1956. Pero antes de eso, en 1946, había
salido publicado en “Cuentos de Abril” un libro escrito e ilustrado por ella: Una aventura entre las flores que,
desgraciadamente, nunca pude encontrar.
24/8/2023 Ya pude encontrarlo y está subido completo en el blog de Abril:
Yo soy Nª43 La famila Pequeñín, escrito pòr Susi
También participó mucho en la colección
“Yo soy…”, ilustrando cuentos de Susi, entre ellos La familia Pequeñín (43) en la que aparecen sus típicos enanitos.
También participó en “La ventanita”, “2, 3 y 4” y “Gatito”.
La ventanita Nº10
Nº21 Gatito Bombero
Con respecto a su
producción en Bolsillitos, basta decir que tengo identificados más de cien
títulos. Por empezar, todos los de su amiga Susi que, en un reportaje publicado
en el libro en inglés mencionado más arriba, la considera la mejor ilustradora
de libros infantiles. O sea que es quien le dio forma a Osito, Muñequita y
Trapito, pero también a los personajes de las estaciones de Inés, a los
negritos Dominguita y Pantaleón a partir de 1955, a personajes clásicos
como Hansel
y Gretel, la Sirenita,
Rumpelstiltskin…
Primer Bolsillito ilustrado por Agi Nº20 ¡Quiquirikí! (Sánchez Puyol)
Ilustró Bolsillitos desde la época de Sánchez Puyol hasta la de
Beatriz; su nombre aparece desde los
primeros títulos hasta los últimos.
Nº58 La Reina de las Flores (Inés)
Después de ilustrar
durante años en Abril, trabajó con Boris en el CEAL como ilustradora de muchos
Cuentos de Polidoro: toda la serie de los cuentos de los hermanos Grimm
reunidos en el volumen Cuentos de Grimm.
Ya vimos que en 1968 ilustraba tanto Bolsillitos como Polidoros.
Cuentos de Polidoro Nº31 El príncipe sapito (Beatriz),
noviembre de 1967
Su estilo fue
evolucionando hacia una simplificación cada vez mayor, sin dejar de ser “su propio
estilo”, ya que es imposible no ver un dibujo suyo, de cualquier época, y no
decir “esto es de Agi”:
Bolsillito Nº827 Rumpelstiltskin (Beatriz).
febrero de 1968
También la
admiraba mucho a Agi como ilustradora, me dijo que ella (Susi) no había logrado
tener un estilo propio de ilustrador infantil pero que Agi era siempre
perfectamente reconocible. Fueron amigas muchos años (vivían una enfrente de la
otra, sobre la calle Lavalle) hasta que no sé por qué razón se pelearon y no se
volvieron a ver. Agi también hacía unos muñecos de trapo hermosos, nosotros
teníamos dos, el mío lo heredaron mis hijos. Una vez fui a la casa de un amiga,
de la cual la madre era muy amiga de Agi, y casi me muero al ver que tenían una
montaña de esos muñecos preciosos.
Fue muy reconocida también
por sus artesanías y tapices inspirados en el arte indígena del Noroeste
argentino, especialmente por las muñecas de trapo con trajes típicos. También
hacía colgantes con motivos infantiles en madera.
Agi con Victoria y Claudio Zellermayer frente a la Basílica de Sant'Apollinaire en Ravenna (1975). Agi fue amiga de la familia Zellermeyer, especialmente del padre de los chicos. Le agradecemos mucho a Victoria que nos haya mandado, desde Europa, las únicas fotos que tenemos de Agi.
Por el testimonio de
Beatriz Ferro, sabemos que daba clases de dibujo, seguramente influyó mucho sobre
sus alumnos, pero también sobre personas que no tuvieron la suerte de poder
estudiar con ella:
Unas palabras sobre la brevísima
relación que tuve con Agi, mi ilustradora preferida de la Colección
Bolsillitos.
Siempre sentí que Agi, de alguna manera,
tuvo que ver con mi camino de dibujante. De chiquita me emocionaban sus
dibujos, por la ternura de los personajes. Hoy, es precisamente esa ternura y
el humor lo que busco transmitir en los libros que ilustro. Aquellos
Bolsillitos ilustrados por ella eran los que yo siempre buscaba que me
compren. Hasta tenía un angelito de madera colgado sobre la cabecera de mi
cama, hecho por ella, con su firma tan característica, y que aún conservo.
Años, muchos años después de mi niñez,
siendo ya ilustradora de libros para chicos, tuve ganas de contarle lo que me
habían conmovido sus dibujos. Habrá sido al final del milenio, cuando emprendí
la búsqueda. Finalmente logré encontrarla y la visité. La vida es cruel… estaba
enferma, temblaba… y me dio la sensación de que muy sola, aunque había una
muchacha joven que la acompañaba. Pudimos conversar un rato, y pude también
agradecerle aquellas imágenes que poblaron mi infancia y que marcaron mi futuro.
Le dejé un libro de regalo, Huevos de
Pascua, escrito por Graciela Cabal.
En la Navidad de aquel año (1993), me
llegó por correo una tarjeta de salutación, con letra redonda y temblorosa, con
la firma que tanto conocía: Agi.
La
recordaré siempre…
O que la conocieron por casualidad y la relación comenzó por causa de sus dibujos:
Quiero contar cómo fue que conocí a Agi. Estábamos pintando, mi ex-marido y yo, una
calesita que quedaba cerca de la estación de Santos Lugares. Ella pasó y, al
ver que los personajes que yo estaba pintando eran de ella, se acercó a
hablarnos y nos dijo que eran sus dibujos. Me dio mucha vergüenza porque mis dibujos no
estaban muy bien hechos y pensé que se iba a enojar, pero, por el contrario, se
ofreció a pintar ella misma la calesita. Le dijimos que sí. En la primera
sesión, cubrió lo que ya estaba pintado y empezó todo de vuelta. Pintó la
calesita y los juguetes, caballos, cochecitos, que había sobre la misma. Vino
varios domingos y no quiso nada a cambio salvo un choripán por sesión. Pasábamos
parte del día trabajando juntos. Era muy talentosa y generosa.
Nos invitó una vez a su casa donde tenía un altar para
meditar porque era budista. Sólo sé que tenía una hija en Santos Lugares y por
eso pasó por ahí, pero no sé si era una hija o alguien a quien ella consideraba
como una hija. No recuerdo qué dibujos eran y otros detalles como dónde vivía
porque esto pasó en finales de los 70 o comienzos de los 80. La calesita la
vendimos porque era nuestro trabajo, arreglar y vender calesitas. Yo era muy
joven y no supe dimensionar su trabajo como para darle más trascendencia, como,
por ejemplo, sacar fotos ya que la calesita así pintada era una verdadera obra
de arte. La vendimos sin poner el acento en cómo y por quién estaba pintada.
Patricia
Sadi (Docente y terapeuta)
Como no tenemos fotos de la calesita real pintada por Agi, les dejo una de la calesita dibujada por ella para el Bolsillito 159:
Agi murió en Buenos Aires
en 1996. Hay un archivo de toda su producción en una institución de Viena.Creo que en Argentina
todavía no se le ha dado el reconocimiento que se merece por su hermosa obra.
Galería de Agi
Angelito de madera (propiedad de Nora)


Pingüino de peluche (propiedad de Victoria)
Victoria y su hermano jugando con muñecos tejidos por Agi
20/08/2020
Victoria, que sigue viviendo en Italia, me acaba de enviar más fotos de la artesanías de Agi.
Ruth – Ruth Varsavsky (1921-2011)
Ruth es a las ilustraciones de los
Bolsillitos lo que Beatriz es a los textos. Los libritos ilustrados por ella
son alrededor de trescientos; comenzó en 1953 y no paró hasta 1968.
Primer Bolsillito iutrado por Ruth Nª85 El caballito de madera (Inés)
Dibujó
series enteras como “Las cuatro Caperucitas”, “Escamita la sirenita”, “La vida
en el bosque”, “Carnavalito” y “Puf-Puf
el conejo mágico”. Algunos de sus últimos trabajos fueron en colaboración con
Oski, su esposo.
Nº342 Aromando no tiene miedo (Beatriz)
Su estilo también se fue variando con el correr de los años.
Nº736 Animaluchos y animalotes (Beatriz)
Nº 758 Adivina adivinador (Beatriz)
No sólo su hermana Edith trabajaba
en Abril, también su hermano Oscar Varsavsky, que fue empleado cuando tuvo que
dejar su puesto de profesor universitario durante el gobierno peronista. Oscar
era matemático y físico: en Abril se ocupó, entre otras cosas de la revista de
ciencia-ficción “Más allá”. Además era cuñado de Boris ya que estaba casado con
Delia Pigretti, la hermana de Noñé.
Ruth participó en otras colecciones de Abril: "2, 3 y 4". "Gatito". "El mundo pintón"
Nº68 Gatito busca un tesoro
Originales de Ruth
Ruth ganó a los 29 años un concurso de
pintura y se fue a París. Volvió en 1955 junto a Oski, a quien había conocido
en un taller de Buenos Aires y luego
reencontró en París. En esa época pusieron su primer taller en la calle
Libertad. Más adelante, en 1962, Ruth y Alicia Ferrari, la esposa del artista
León Ferrari, fundaron el taller “Laberinto” en el cual hacían artesanías en
metal. En la época de la dictadura de 1976, los Conti y los Ferrari se fueron a
Brasil. Ruth y su amiga continuaron con su taller en ese país.
Actualmente, el taller
Laberinto continúa en Córdoba, dirigido por Mariana Conti, la nieta de Ruth.
En 1964 Ruth ilustró la primera edición de Zoo loco de María Elena Walsh,
publicada
por Editorial Fariña.
En 1968, en el CEAL, todos “Los cuentos de Polidoro”
escritos por Yalí, reunidos en el volumen La
pajarita de papel y otros cuentos.
Ilustración para Los Cuentos de Polidoro Nº52
U-Lan. El hombre de la luna /La navidad del gato feo
No fueron los arbolitos de la vida, con esas ramas de cerámica
cargadas de frutos, soles o santitos, que se abrían hacia cualquier lado como
si señalaran varios destinos posibles. Tampoco los tapices ni las calaveras de azúcar.
De los regalos que su marido trajo de un viaje por México, a Ruth Varsavsky le
llamó la atención un gallo de hojalata de todos los colores. Sí, de todos,
enfatiza, como un arco iris pintado con esmaltes. Con sus alas labradas y esa
cresta de rey de bisutería, se parecía a los dibujos que ella hacía. Porque en
ese momento, entre los cincuenta y los sesenta, Ruth vivía de ilustrar cuentos
infantiles. Y el bicho parecía un dibujo pero era tridimensional. Así que al
verlo, ella tuvo una idea. “Experimentar con chapa me dio la posibilidad de
pasar de lo plano, las pinturas y las ilustraciones, a lo tridimensional.
Entonces empecé a usar las manos de una manera nueva: moldeando, recortando,
agujereando, martillando, dando volumen”, dice. En el departamento donde vive
hay una fila de gallitos sobre la mesa del living. Son más o menos parecidos a
aquél, recién terminados, encargados por una casa de regalos. Entre el gallo
mexicano y éstos pasaron muchas cosas: aprendió a trabajar en hojalata pero
también con diferentes metales, se mudó algunas veces de taller, siguió
dibujando, crecieron sus dos hijos, se exilió en Brasil con su familia,
falleció el marido, volvió la democracia, nacieron los nietos.
En 2009 se publicó el libro Laberinto, escrito por Ruth y Alicia Ferrari, en el que cuentan las
experiencias de su taller de artesanías. En una de sus páginas Ruth escribió:
Yo pintaba, pero
con la pintura tuve un parate. Quería hacer objetos y para eso necesitaba un
taller. Junto a Oski creamos uno en la calle Libertad, empezamos haciendo cosas
para nuestros chicos, una piñata, un castillo, un tencito de almohadones.
En esa época
colaboraba en revistas y libros infantiles. Ilustré Zoo loco de María Elena Walsh y la colección “Bolsillitos” que
escribía Beatriz Ferro para Editorial Abril. Recuerdo que me quedaba hasta
tarde dibujando mientras escuchaba radioteatros. Esa influencia que el mundo
infantil ejerció en mí se combinó con la fascinante tarea de decorar el aire,
así nacieron los primeros móviles.
Chikie – Nelly Oesterheld (1922-2016)
Era la hermana menor de
Héctor, en total eran cinco hermanos y ellos dos los más cercanos en edad. De
joven Nelly sufría desmayos repentinos y eso la llevó a buscar un trabajo que
pudiese hacer en su casa. Así comenzó a ilustrar cuentos de Héctor y, después
de otros autores.
En Editorial Sigmar
hicieron juntos quince títulos de
la colección “Mis animalitos”, pero también otros de “Álbumes infantiles”, por
ejemplo La escuelita del Señor Quesete.
Y hasta alguna vez se animó también a escribir como en Fieles compañeros, Colección Álbunmes infantiles, Sigmar.
Las
imágenes de Chikie no se utilizaban solamente en los cuentos, también se hacía
con ellas figuritas con brillantina, las famosas “figuritas brillantes “que
coleccionaban y usaban para jugar las nenas de esa época,
Pero además Chikie era una artista pionera en un arte complicado: los libros troquelados
que hoy se llaman “por-up”. Ella los ideaba y daba a la editorial las
instrucciones de cómo recortarlos.
Comenzó a ilustrar Bolsillitos en 1953, el primero es Vienen las mascaritas (49),
luego
ilustró En alta mar (108) y Muchas felicidades
(93) que trae, precisamente, tarjetas de felicitaciones para recortar y armar.
También es suyo El castillo encantado
(126), en el cual es muy probable que haya hecho también los troquelados.
Ilustró parte de la serie de “Los Negritos” toda la serie “Mi almanaque” de
1956, toda la de “Pinocho y Pinochita” y, posteriormente, la de “Los cachorritos”. Dibujó alrededor de
cincuenta Bolsillitos, entre 1953 y 1959.
Curiosamente, ningún título de su hermano.
Nº155 La ronda del carnaval
52
Nº285 Chapotín el patito
Ilustró también para “Gatito”, "Cuadernos de Gatito" y “2, 3 y 4”. En “El diario
de mi amiga” tiene los dos de Bildita (4
y 6), el de Morenita (10) y el de Heidi (12).
Nº39 Gatito chacarero
Además de los
trabajos de mapas hice uno de figuritas, como trescientas, que gustó mucho a la
Editorial Sigmar y por eso me dieron como premio el viaje a Bariloche y me
quedé fascinada con el lugar. Había llegado en tren y esas curvas que hacía la
máquina antes de llegar fue como el giro de mi destino, decidí quedarme, tal
vez esa fascinación me venía por mi ascendencia paterna alemana, el amar las
montañas, mientras que mi mamá era criolla mezclada con vascos, Pujol o Puyol.
Chikie se quedó en el sur
y eso, muy probablemente, la salvó del terrible final que tuvieron su hermano y
sus sobrinas. Se casó con un periodista de Trellew; falleció en esta ciudad en
2016.
Horacio
Ilustró más de veinte
libritos sabios; es casi el único ilustrador de esta serie. Entre ellos:
El hormiguero de vidrio (223) La vizcacha (241), Rayito de luz (265) y la serie de los niños de diversas etnias.
Nº 241 La vizcacha (Sánchez Puyol)
Ilustró también algunos cuentos, por ejemplo, el Nº 202 Circo Rataplán de Inés y el Nº267 La camioneta que no quería caminar de Ángela Koduss.
No
encontré datos de este ilustrador.
.
Lilian – Lilian Obligado (1931- 2021)
En los Bolsillitos su nombre aparece escrito: “Lilian”,
“Lillian” o “Lillián”,
Firmado “Lillián” Vida de
perros (297); Lillian: La fiesta de
las banderitas (310); ¡Todos bailan!
(325)
Primer Bolsillito de Lilian: Nº310 La fiesta de las banderitas (Pedro)
Firmado “Lilian Obligado”: Los camellos (248)., por ejemplo.
Nº297 Vida de perro (Pedro)
En “2, 3 y 4” hay
varios firmados Lilian o Lillian, en tanto que en “El diario de mi amiga”
figura “Lilian Obligado” en algunos y “Lillian” en otros. Son suyos el de Irene (40), el de Zulma (43), el de Laura (47) y los tres de Tita (48, 49 y 57)
Su vocación comenzó de muy chica:
Pero antes, a los 9 años, cuando todavía no sabía
que iba a convertir su pasión por los lápices y los colores en una carrera, su
padre la llevó a los estudios Disney a conocer al creador del Ratón Mickey.
"Mi encuentro con Walt Disney me marcó mucho. Yo vivía con mi padre en California.
El trabajaba en los estudios Warner y me llevaba con frecuencia a ver cómo se
filmaban las películas con actores famosos. Ese mundo me fascinaba. Una tarde,
en un cóctel con embajadores, me presentó a Disney. Yo no tenía mucha idea de
quién era, pero lo curioso es que era justo el momento en que se estaba
filmando Bambi: todavía se
hacían los dibujos con lápiz negro a mano. Cada escena requería 400 dibujos
para marcar el movimiento. En esa reunión éramos unos siete chicos; estaba
Shirley Temple también. Fue una experiencia extraordinaria. Ahí dije: «Me
encantaría hacer algo así»."
Es nieta del poeta Rafael Obligado. A fines de los
cincuenta se radicó en Estados Unidos donde tuvo gran éxito como ilustradora de
libros infantiles, .ilustrando más de doscientos entre 1959 y 1999 para
importantes editoriales como Simon &
Schuster, Macmillan, Random House y Gallimard. También escribió cuentos y
adaptaciones de cuentos tradicionales.
Está radicada en Suiza. En diciembre
de 2017 vino a Buenos Aires como invitada especial del “VI Festival
Internacional de Historieta Viñetas Sueltas”. Allí expuso sus trabajos:
bocetos, dibujos originales y portadas de libros infantiles. Entre diciembre de
2017 y marzo de 2018 estuvo la muestra “Lilian Obligado, trazos de vida” en el
Museo Histórico Nacional.
Chacha – Sara Conti (s/d-1984)
Chacha con su sobrino Pablo
El año probable del nacimiento de Chacha puede ser 1914 ya que era aproximadamente seis años mayor que su
hermano Oski.
Antes de entrar en Abril había dibujado caricaturas políticas, para el
semanario “Cascabel” bajo el seudónimo de Van Pog.
El primer Bolsillito suyo es de 1959:¿Terminaron las clases?
Ilustró
toda la serie “Mis juguetes” de Beatriz cuyos personajes son el niño Miguel y
los animales de paño Lumpi, Oink y Sofanor. Dibujó más de cuarenta Bolsilltos,
el último creo que es ¡La cosa más linda
del mundo! (866)
¡Pepe Bolsillitos estilo Chacha!
Nº813 Un cuento muy corto (Beatriz)
Ilustró varios títulos de “2, 3 y 4”. En “El diario de mi amiga” tiene los
dos de Maricler (50 y 52).
Siguió a Boris en el CEAL. En “Los cuentos de Polidoro” ilustró todas las
leyendas europeas de Yalí, reunidas en el volumen Brita y las nornas y otras leyendas.
Brita y las nornas El atado de heno
En “Los cuentos del
Chiribitil”. Los zapatos voladores,
de Margarita Belgrano, Chavukú de Sofía Laski y Viaje al Páis de
los juguetes, de Graciela Melgarejo.
En los setenta ilustró, para Editorial Atlántida varios cuentos de Constancio C. Vigil: El casamiento de la comadreja, Tragapatos , Botón Tolón, Muñequita, Juan Pirincho, El Manchado y La Dientuda
La Dientuda El casamiento de la comadreja
Para Editorial Plus
Ultra, en los ochenta, algunos libros de la “Serie para escuchar y para hablar”,
por ejemplo: Conejita Blanca y el Viaje a
la luna, de Eugenia Calny, Pichi Nahuel. Pequeño Tigre mapuche, de Gladys M. de Rubio y La chinchilla Maravilla, de Adriana
Vega.
Tuvo muy buena relación con sus sobrinos. Uno de ellos, Pablo Conti, me
contó que, cuando era chico, le mostraba
los originales de sus dibujos y le pedía su opinión.
El dibujo original de Chacha y el mismo ya publicado en El 2ºdiario de mi amiga Maricler (Nº52)
Leo – Leonardo Haleblian (s/d)
Creo que era familiar del ilustrador
Nazar Haleblian, quien ilustró varios cuentos de Oesterheld en Editorial Códex.
Su nombre empieza a figurar en los
Bolsillitos a partir de 1958 y desaparece en 1964. En ese período ilustró más
de cuarenta libritos.
El primero es Tomasito
y el búfalo (319) y uno de los últimos Salustia
y el rey (658). Dibujó muchos de Beatriz, de las series “Historias del
mundo” y “Los pueblos y sus cuentos”.
Nº323 La adivinanza del jardín (Beatriz)
Nº406 ¡Una caldera grande así! (Beatriz)
Nº430 El regalo de cumpleaños (Nora)
Tiene muchos cuentos en "2, 3 y 42, varios de ellos de María Elena Walsh.
·
En 1963 ilustró el primer cuento
infantil publicado por Eudeba, La escuela
de las hadas, de Conrado Nalé Roxlo.
En la colección “Cuentos del jardín”
de Editorial Latina ilustró el libro de Elsa Bornemann El cazador de aromas (1974).
En Editorial Atlántida, ilustró varios
cuentos de Constancio C, Vigil: El bosque
azul (1975); Los enanitos jardineros
(1976).En Aique, el libro de lectura de Ana María Ramb Patio abierto (1987).
Los enanitos jardineros (Vigil)
En sus últimos años de trabajo se
dedicó principalmente al diseño gráfico. En los setenta trabajó en Editorial
Atlántida como director de arte de la revista “Para ti”. Siguió en esta
editorial hasta jubilarse.
Era
un gran tipo, muy defensor de la comunidad armenia. Después tuve la suerte de que,
en algunas de las crisis de Billiken, el director general, Aníbal Vigil, lo
pusiera a Leo como supervisor de arte de Billiken, por algunas temporadas,
donde supervisaba básicamente el diseño
gráfico. Era muy respetuoso del texto, era un diseñador que no pensaba que el
diseño gráfico era el ombligo del mundo y que todo lo demás se debía subordinar
al diseño, sino más bien trataba de complementar el trabajo del texto. Nunca
tuve suerte en lograr que hiciera alguna ilustración. Le he encargado trabajos,
cuando fui director de Billiken, pero nunca quiso hacerlos. Se jubiló y se
retiró de Atlántida muy poquito tiempo después de que yo me retiré, en 1986;
seguramente fue antes de los noventa.
Fue
el que produjo la gran renovación visual
de las revistas de Atlántida, en particular de “Para ti”, él se atrevió a poner
en tapa una foto gigante con una modelo que tapaba con la cabeza el logo de la
revista. Esos fueron hallazgos de Leo, también una forma muy particular de
manejo de la tipografía. Creo que sabía todo eso intuitivamente.
Le gustaba muy poco hablar del pasado, de su
paso por Abril y de su trabajo con Boris.
Guillermo – Guillermo Roux (1929)
Según el testimonio de Beatriz Ferro,
antes presentado, sabemos que este pintor argentino, internacionalmente
reconocido, tuvo un breve paso por Biblioteca Bolsillitos.
Nº554 Violeta (Beatriz)
Ilustró: Violeta (664), Serafín
(667), La fiesta de los pájaros (689)
y Alvarito (701), todos en 1965.
Nº689 La fiesta de los pájaros (Beatriz)
Me resulta un poco extraño porque, leyendo sus biografías no encontré nada al respecto y resulta que en 1964 estaba radicado en Jujuy y en 1966 se fue por un
año a Nueva York…pero, si lo dijo Beatriz, habrá que creerlo. En 1965 tenía 36 años, pero no era muy conocido, comenzó a hacer muestras importantes en 1972 y su fama internacional comenzó un año después, así que bien pudo haberse dedicado a la ilustración de libros infantiles además de a la docencia,
También participó en Gran Enciclopedia de los Pequeños.
Tomo 1
Oski- Oscar Conti (1914-1979)
Estudió en la “Escuela Nacional de Bellas Artes” y, más
tarde, escenografía en la Academia Superior de Buenos Aires.
. Sus primeros dibujos
fueron publicados en la revista “Cascabel” en 1943, donde trabajaba su hermana
Sara (Chacha). Luego trabajó en “Vea y lea”, “Cabalgata”, “El hogar”, “Clarín “y “Rico
Tipo”. En esta última revista dibujó y guionó la historieta Amarroto e ilustró textos de César Bruto. Después creó una revista
propia: Los cuadernos de Oski.
Realizó varios viajes a
Europa, e ilustró libros en Italia y Francia. En uno de esos viajes, como
vimos, comenzó su relación con Ruth.
Como escenógrafo, hizo los
diseños de la obra La prostituta
respetuosa, de Jean Paul Sartre, en Santiago de Chile (1947) y de
Androcles y el león, de Georges Bernard Shaw, en Buenos Aires (1953).
Volvió a trabajar con
César Bruto en los setenta en la revista “Satiricón” y en el libro Medicinal
Brutoski ilustrado.
Su pasión por los libros antiguos se
vio reflejada en :Vera historia de las Indias (1958), Primera fundación de Buenos Aires (1959), Vera historia del deporte(1973) y las publicadas después de su muerte: El descubrimiento de América (1992) y Comentarios a las tablas médicas de Salerno (1999).
Participó en muchas
publicaciones de izquierda, vivió un tiempo en la Cuba de Fidel Castro y en el
Chile de Salvador Allende. Durante el segundo gobierno militar, se fue a vivir
a Brasil y luego a Barcelona, donde trabajó
para la Editorial Lumen; en ella publicó El
fantasma de Canterville, entre otros. De allí pasó a Roma y regresó a
Buenos Aires, ya muy enfermo, en 1979.
Ilustró El quillet de los niños, junto con Ayax Barnes y Enrique Breccia
Su paso por los
Bolsillitos comenzó de la mano de Ruth puesto que sus primeras ilustraciones
son en colaboración con ella: El hombre
de los nombres (755), El rey Midas
(781) y El regalo del rey (800).
Nº755 El hombre de los nombres (Beatriz)
Como
único ilustrador: El rey Fog (854) y En el campo (859).
Nº854 El rey Frog (Beatriz)
Supongo que su
participación en la colección fue un gesto de cariño para con su esposa e
hijos.
Oski con su hijo Pablo
Ele
No pude identificar a
esta ilustradora, tiene varios Bolsillitos de la última época: Halvor y el oso (831), El gato de Pekín (834), Se enojaron los colores(843), Pocacosa la perrita castaña (848), Pomponio (857), Cosas para adivinar (864)
Nº848 Pocacosa la perrita castaña (Edith)
Sólo resta nombrar
los ilustradores de uno o dos títulos de Bolsillitos de los cuales no pude
encontrar ningún dato.
- Alicia: La princesita Rosabel (119), Monito Colorín (131)
- Alú: Diego el escocés (112)
- Babi: Nina la bailarina (61), Manolín el zapatero (109)
- Ballesteros: Los cowboys (210)
- Bronislava: Contando y pintando (263)
- De la Torre: El caballero Amadís (227)
- Dibea: La luna enojada (760)
- Domínguez: Los monitos (124)
- Federico: El lecherito (72)
- Glamzer, Esther: Un regalito para mamá (237)
- Héctor: La campana (711)
- Kazu: Otoño (106), en colaboración con Agi
- Lavigne: Los obreros del bosque (64)
- Lucio: Saznanivida (851)
- Lydia: Versos con adivinanzas (719)
- Mario: Un tranvía en el espacio (531)
- Molinari: Kochito el esquimal (145)
- Sagrera: ¡Viva el osito! (80)
- Salva: Puntitos con sorpresa (9), Los dos mellicitos (34)
- Susana: Sebastián (716)
- Teo: La Cenicienta (3), Las hadas (35)
- Ton: Animalitos para pintar (19), Mis juguetes (26)
- Vicky/ Diego: ¿Qué es lo más más? (832)
- Anita Weil: Los cuatro hermanitos (79)
- Zelanira: Caperucita Roja (6)
Victoria Zellermayer Gracias Susana
ResponderEliminarSusana Navone ¡Gracias a vos por las fotos y los recuerdos!
Gran trabajo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Gercho
EliminarEs maravilloso este trabajo, el tiempo y la dedicación. Yo tengo bastantes números de la colección bolsillitos heredada de mi madre y padre. Mi madre, quién aún está viva conserva gran parte de la colección El diario de mi amiga.
ResponderEliminarMe encantaría conectar contigo, tengo una anécdota con Agi que le sucedió a mi profesora de teatro quien tuvo oportunidad de conocerla de una manera muy particular.
Ojalá podamos establecer comunicación.
Muchas gracias! Estoy emocionada... ver las fotos de las ilustradoras e ilustradores que colmaron mis sentidos durante mi infancia y que forman parte del acervo cultural que me nutrió como artista.
Fuerte abrazo
Hola, Paula. Por favor, mandame whatsapp al 1137715650. Me interesa mucho, no sólo para que me cuentes más de Agi sino que también quiero tu testimonio, y el de tu mamá, como lectoras para el último capítulo. Por lo que decís parece que sos ilustradora. Escribime o llamame, por favor. Besos, Susana.
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