Gabriela Baralle, La Biblioteca Bolsillitos Virtual en el blog de Susana Navone: un archivo realizado por lectores coleccionistas

La Biblioteca Bolsillitos Virtual en el blog de Susana Navone: un archivo realizado por lectores coleccionistas Gabriela Baralle (IHuCSo - UNL)

 Introducción 

    Al buscar la palabra “Bolsillitos” en Google, el primer resultado que arroja el motor de búsqueda es la Biblioteca Bolsillitos Virtual 1952 COMPLETA (N° 1 - 44), del blog Enigmas y Misterios de Bolsillitos (https://enigmas-misterios-bolsillitos.blogspot.com/p/blog-page.html). 

    Al ingresar, nos encontramos con un texto introductorio que dice lo siguiente: 

     Vamos a empezar a subir todos los Bolsillitos que tenemos. Al decir “tenemos” me refiero a los miembros del grupo [de Facebook] Lectores de Bolsillitos. Es un esfuerzo colectivo para preservar una colección que sentó rumbos en la literatura infantil argentina, pero quiero dejar aclarado que este blog es creación mía, Susana Navone, y pido a todos los investigadores que utilicen este material, citen el nombre del blog y el de su autora en la bibliografía. (Navone, 2014, párr 1, resaltado original).

     A continuación, Navone agradece especialmente a las personas que escanearon sus propios Bolsillitos o se los prestaron para hacerlo, e introduce un listado con el nombre y apellido de cada una, siguiendo el orden en el que le enviaron los ejemplares. Quien continúe navegando el blog, se encontrará con 864 títulos escaneados en su totalidad de los 867 originales que, junto con los reeditados, suman un total de 1247 libros publicados por editorial Abril entre 1952 y 1976. Pero, además, y entre otras cosas, se encontrará con las historias de quienes hicieron, leyeron y guardaron hasta el día de hoy esos libritos. Ahora bien, ¿por qué detenernos en este texto introductorio?

 Primer punto

    Esta biblioteca reúne en un mismo espacio virtual y de acceso público los miles de Bolsillitos que se encuentran físicamente dispersos en las colecciones personales de lectores que los conservaron desde su infancia. De este modo, la preservación y democratización del acceso a una colección que, según Díaz Rönner, “hace historia en el mundo lector” (2000, p. 524) ha sido producto del esfuerzo colectivo de sus propios lectores, al margen del ámbito académico e institucional. 

 Segundo punto:

     La Biblioteca Bolsillitos Virtual se encuentra alojada en el blog Enigmas y Misterios de Bolsillitos (https://enigmas-misterios-bolsillitos.blogspot.com/), creado por Susana Navone. 

    Además de lectora coleccionista de Bolsillitos, es profesora de Lengua y Literatura, escribe poemas y cuentos para niños —tres de los cuales fueron publicados en Los Cuentos del Chiribitil del Centro Editor de América Latina—, investiga sobre literatura infantil y sostiene desde hace casi veinte años la Biblioteca Infantil y Juvenil “Había una vez”. A la par del rescate colectivo de los libros, Navone se ocupó de recolectar los testimonios, documentos e imágenes que iban aportando tanto los lectores como los familiares y amigos de quienes habían formado parte de la producción de los Bolsillitos. Y, además de la reconstrucción histórica sobre sus autores, ilustradores y lectores, Navone realizó un análisis sobre las operaciones textuales y editoriales que se fueron produciendo durante el desarrollo de la colección. 

    En el año 2019 reunió los resultados de esta investigación en su libro Inolvidables Bolsillitos. Homenaje a la Biblioteca Bolsillitos de editorial Abril, cuyos capítulos fueron publicados en el ya mencionado blog y en Todo empezó en Abril (https://todo-en-abril.blogspot.com/), otro de sus blogs, dedicado a las colecciones infantiles de dicha editorial. 

 Tercer punto: 

    El pedido expresamente dirigido a los investigadores de citar adecuadamente el material disponible en el blog plantea el problema respecto del modo en que desde las comunidades científicas y académicas se utilizan los materiales producidos y publicados en entornos no institucionales. A raíz de estos puntos, nos surge una serie de interrogantes: ¿cuál fue el motor que hizo posible la constitución de la Biblioteca Bolsillitos Virtual, labor impulsada desde hace más de 10 años de forma voluntaria y sin financiamiento ni apoyo institucional de ningún tipo? ¿Cómo incide la producción de conocimiento en torno a este archivo en los estudios del campo de la literatura argentina para niños y niñas?

     En el presente trabajo —lejos de pretender dar respuestas definitivas a estas preguntas — trazamos un camino posible para comenzar a abordarlas, a la luz de las reflexiones que Walter Benjamin (2022) produjo sobre el coleccionismo y que Andrés Maximiliano Tello (2016) reformuló en relación con las prácticas archivísticas. Desde esta óptica, nos proponemos describir y analizar el proceso de producción y la forma de organización de la Biblioteca Bolsillitos Virtual. Así, esta presentación se constituye como una primera aproximación a un archivo fundamental para la historia tanto de la literatura infantil argentina como de la edición que, al mismo tiempo, en un país signado por la falta de políticas de archivo se presenta como un caso paradigmático de imaginación archivística (Carvajá, Cristiá, Manzi, 2019, p. 22). El coleccionismo benjaminiano: prácticas de anarchivismo para una “historia a contrapelo”.

     Tal como adelantamos en la Introducción, la Biblioteca Bolsillitos Virtual fue producto del esfuerzo colectivo de un grupo de lectores coleccionistas. En este sentido, resultan productivas las reflexiones que Benjamin (2022) produjo en torno a esta práctica y la propuesta de Tello (2016), que la concibe como un ejercicio de materialismo histórico, a partir de la noción de anarchivismo. Benjamin, él mismo coleccionista, parte de la escena del “desorden de cajas entreabiertas” al desembalar su biblioteca para compartir con su auditorio “algo de la sensación (…) que despiertan los libros en un verdadero coleccionista” (2022, p. 83). Así, describe esta actividad como una pasión que linda “con el caos de los recuerdos” (2022, p. 84). A cualquier coleccionista que se ocupe de lo suyo, dice Benjamin, lo arremete una “marea viva de recuerdos” (2022, p. 84), y por eso su existencia está en permanente tensión “entre el polo del desorden y el del orden (2022, p. 84). 

     En este sentido, Tello (2016) propone que el “íntimo vínculo que se teje entre la irrupción de la memoria y la práctica del coleccionista” (p. 58) altera los principios institucionales del archivo y se presenta entonces como una forma de anarchivismo. Esto es: como una práctica que “trastorna las disposiciones orgánicas y jerárquicas del archivo”, organizado por la archivística tradicional a partir de los principio de procedencia y respeto de orden del original (Tello, 2016, p. 61). Mientras que el archivo institucional “provee al objeto de un número de registro, detrás del cual este desaparece” (Benjamin, 2022, p. 110), la práctica del coleccionista, orientada por “el singular devenir de sus recuerdos” (Tello, 2016, p. 58), “dispone una nueva forma de entender los objetos o las huellas que reúne en su colección.” (Tello, 2016, p. 61). 

    Para Benjamin (2022), aun cuando esto no sucede del todo cuando se trata de libros (p. 103), “el verdadero coleccionista saca al objeto de su contexto funcional” (p. 102) y coloca las cosas “en el centro de la escena (…) para estudiarlas y adorarlas” (p. 85). Así, consigue “una visión que ve más y diferente” (p. 102) que la de cualquier propietario. Porque, para el coleccionista, lo que importa no es solo el objeto en sí mismo “sino también su pasado completo, tanto el de su origen y su calificación objetiva como los detalles de su historia aparentemente superficial: antiguo propietario, precio de compra, valor, etc.” (2022, p. 102). Y es por esto que el coleccionismo se presenta “como una forma de investigación” (Tello, 2016, p. 62). O, tal como señala Sarlo, que desde la perspectiva benjaminiana la colección “necesita del saber del coleccionista” (Sarlo, 2022, p. 14). 

     Para Tello (2016), esa particular forma de conocimiento está dada por el irreductible valor afectivo que el coleccionista imprime a los elementos de su colección (p. 62). Así, el valor de estas piezas “ya no puede reducirse ni al valor de cambio ni al valor de uso que estos tenían en el régimen de circulación de las mercancías” (p. 63). Y es allí donde la práctica del coleccionista se vincula a la del materialista histórico: en tanto que altera la “temporalidad cosificada de la historia” (Tello, 2016, p. 64) dispuesta por el ordenamiento institucional del archivo. En la medida en que su experiencia de posesión del objeto está directamente relacionada con la evocación del recuerdo que estos le provocan, el coleccionista “parece transformar la experiencia de la posesión en una posesión de experiencias” (Tello, 2016, p. 66). Y, a partir de esa relación afectiva que tiene con la historia, rescata las huellas “que no han tenido cabida en los salones de la alta cultura” (Tello, 2016, p. 66). De ese modo, el anarchivismo del coleccionista “recompone el mundo sensible y la manera de comprenderlo” (Tello, 2016, p. 62). Y, en ese acto, “peina a contrapelo la historia” (p. 65). 

     A partir de este breve recorrido podemos plantear una serie de interrogantes: ¿de qué manera la relación afectiva de los lectores coleccionistas con sus libros incide en la producción de la Biblioteca Bolsillitos Virtual? ¿Cómo emergen esas huellas en el archivo? ¿Cuál es la implicancia de estas prácticas anarchivistas en el relato de la historia de la literatura para niños y niñas en Argentina? ¿Qué saberes producen estos lectores en torno al archivo que construyen?

     A la luz de estas preguntas, en el próximo apartado presentaremos una breve descripción y análisis, por un lado, del proceso de producción de la Biblioteca Bolsillitos Virtual y, por otro, del modo en que Susana Navone —en tanto que coleccionista, pero también bibliotecaria e investigadora— dispone esos materiales en su blog Enigmas y Misterios de Bolsillitos.

Biblioteca Bolsillitos Virtual: libros y lectores que se (re)encuentran gracias a la tecnología  

    La colección Bolsillitos de Editorial Abril, destinada a chicos de entre 3 y 8 años, comenzó a publicarse en 1952 y fue una de las colecciones literarias para la infancia más emblemáticas en la “época de oro” (1938-1955) de la industria editorial argentina (de Diego, 2014), que fue, a su vez, un período de auge de las colecciones de literatura infantil y juvenil (Tosi, 2015, p. 138; Purvis, 2024). En un contexto de escasez mundial de papel y, a nivel nacional, de una política peronista que restringía su importación y distribución, la producción de nuevas revistas estaba prohibida por ley (Maunás, 1995, p. 31; Scarzanella, 2016, p. 98-103). En esta coyuntura, Boris Spivacow — que desde 1945 se desempeñaba como Director de Publicaciones Infantiles de Abril—propuso realizar “una colección de libros chiquitos para nenes”, de 10 x 14 cm. y 16 páginas (incluidas la tapa y contratapa), “ilustradas en colores, que se vendieran en los quioscos, con ritmo de revista semanal pero en forma de libro” (Spivacow en Maunás, 1995, p. 31). Con más de mil títulos publicados entre 1952 y 1976, llegaron a venderse 110 mil ejemplares por semana en los quioscos (Spivacow en Maunás, 1995, p. 31), “indicativo tanto de su penetración como de la existencia de un público ávido de ese tipo de material”, tal como señala Díaz Rönner (2000, p. 524). Esta y el resto de las tantas colecciones infantiles de Abril dieron lugar a una significativa renovación en este sector del mercado, no solo por la fórmula económica y el sistema de venta, sino también por la novedad en la diagramación, la gráfica, el color, el uso de la letra manuscrita y la introducción de distintas formas de juego e interacción tanto hacia el interior de los mismos libros como entre las distintas colecciones y en otros medios, tales como la radio (Scarzanella, 2016, p. 102; Navone, 2019; Purvis, 2024). 

    A diferencia de otras propuestas que circulaban en ese momento —como la revista Billiken de Atlántida editada por Constancio Vigil o Patoruzito de Dante Quinterno, ambas de carácter conservador y nacionalista—, la colección Bolsillitos “intenta un regreso a la literatura y al juego, al margen de lo escolar” (Díaz Rönner, 2000, p. 524). Así, se inscribe en lo que Díaz Rönner denomina vertiente “popular” (p. 524), vinculada a la tradición de libros de bolsillo baratos de la Biblioteca Azul, vendidos en las calles por los buhoneros.

    Ahora bien, la colección Bolsillitos, que fue la más exitosa en ventas junto a Gatito, adquiere particular relevancia en tanto que, tal como reconoce Bombini (2011), es “recordada por muchas generaciones como los libros con los que se iniciaron en la lectura” (p. 1). Algunos de esos lectores hoy son ampliamente reconocidos, tales como Graciela Montes, Beatriz Sarlo o Carlos Trillo. Pero el “esfuerzo colectivo para preservar una colección que sentó rumbos en la literatura infantil argentina” (Navone, 2014, párr. 1) fue de un grupo de lectores —muchos de ellos hasta hace poco anónimos— impulsados por su pasión de coleccionistas: la de hacer renacer los Bolsillitos que habían marcado su infancia. A continuación, describiremos brevemente el proceso por el cual llegó a constituirse la Biblioteca Bolsillitos Virtual —domiciliada en el blog Enigmas y Misterios de Bolsillitos de Susana Navone— a cuyos anaqueles virtuales cualquiera que tenga un dispositivo con internet puede acceder. 

    Tal como señala Navone en la Introducción de su libro Inolvidables Bolsillitos. Homenaje a la Biblioteca Bolsillitos de Editorial Abril —sobre el cual profundizaremos más adelante—, “estos libritos renacieron gracias a la tecnología” (Navone, 23 de junio de 2019, párr. 3). Los detalles pormenorizados de cómo sucedió todo y los nombres propios de cada una de las personas que colaboró en este rescate pueden leerse en el mencionado capítulo. Pero lo que nos interesa señalar aquí es que el germen de esta empresa tuvo lugar en una biblioteca: en el año 2008 Navone crea un blog (https://biblioteca-habiaunavez.blogspot.com/) para difundir las actividades y los libros que podían encontrarse en su Biblioteca Infantil y Juvenil “Había una vez”, situada en Munro (provincia de Buenos Aires, Argentina). Allí publica una nota sobre la Biblioteca Bolsillitos y muestra “una foto de los pocos ejemplares que tenía por ese entonces” (Navone, 23 de junio de 2019, párr. 3). En 2012, buscando información sobre la colección, Susana Giménez —que no es la que todos conocemos, sino otra lectora de Bolsillitos— dio con aquella nota y se contactó con Navone. A partir de ese momento, el intercambio de información y experiencias de lecturas entre ambas inició lo que Giménez denominó como “cacería de Bolsillitos” (Navone, 23 de junio de 2019, párr. 5), que sería el comienzo de esta extensa labor de archivo. Con el “instinto táctico” que según Benjamin (2022, p. 88) caracteriza a los coleccionistas, comenzaron con un listado de los títulos que tenían, los que encontraban en páginas de venta de libros usados y en catálogos de bibliotecas. Y, además, comenzaron a escanear las partes de los ejemplares que tenían incompletos. Cuenta Navone: “nos emocionábamos al descubrir Bolsillitos de 1970, de 1972… y también empezamos a notar que eran repeticiones de títulos más viejos.” (Navone, 23 de junio de 2019, párr. 5). Desde el comienzo, se observa entonces cómo el trabajo de reunir las piezas de la colección iba necesariamente aparejado de una labor de investigación. 

    Impulsada por este proceso, Navone produjo un artículo que reunía los resultados de su investigación, realizada “como un homenaje a la colección que, de niña” le “enseñó a amar la literatura” (Navone, 1 de marzo 2014, párr. 2). Inicialmente saldría en la revista virtual Imaginaria, dirigida por Roberto Sotelo, también coleccionista de Bolsillitos y colaborador de este proyecto. Como nunca llegó a publicarse, al año siguiente decidió subirlo a un blog al que llamó Enigmas y misterios de los Bolsillitos. En su artículo — que “intenta ser sólo la punta de un ovillo y está dedicado a los ex-lectores de la colección” (Navone, 1 de marzo de 2014, párr. 14)— Navone se propuso abordar los siguientes “enigmas”: “¿desde cuándo y hasta cuándo salieron los Bolsillitos?” “¿Cuándo los Bolsillitos dejaron de tener sus hermosas tapas a cuadritos y empezaron a tenerlas lisas y convencionales?” “¿Cuántos títulos se publicaron?” “¿Quiénes eran los autores e ilustradores?” “¿Cuántas series tuvieron?” Y, por último, el enigma del Bolsillitos N° 150 (Navone, 1 de marzo de 2014). 

    Tal como enuncia la autora hacia el final del primer apartado, como la mayoría de las personas involucradas en su producción ya habían fallecido, la resolución de estos enigmas constituía una tarea muy difícil. Fue así que, junto a Giménez — y siguiendo la idea de Violeta Canggianelli de su grupo de lectores de los Cuentos del Chiribitil del Centro Editor de América Latina (Navone, comunicación personal, 3 de agosto del 2025)— se les ocurrió crear el grupo público de Facebook “Lectores de Biblioteca Bolsillitos”, con el sueño de encontrar lectores que todavía tuvieran “atesorados estos pequeños amigos de su infancia” (Navone, 1 de marzo de 2014, párr. 15) y ayudaran a completar los datos faltantes. 

    Lo que pasó después —cuenta Navone en su libro— fue increíble: fueron apareciendo, no sólo lectores coleccionistas dispuestos a completar el catálogo sino también familiares de los autores e ilustradores que nos contaban cosas de ellos. Cada uno subía fotos de las tapas de sus Bolsillitos… Y entonces surgió la gran idea. ¿Por qué subir sólo las tapas? ¿Por qué no hacer una biblioteca virtual con todos los Bolsillitos escaneados completos? (Navone, 23 de julio de 2019, párrs. 7 y 8)

    Para diciembre de 2020, Navone anunciaba en el grupo de Facebook que, gracias a la información recopilada durante tantos años de gente que le “ayudó a buscar en catálogos de bibliotecas y en los boletines oficiales de los libros publicados, y siguiendo el patrón de las reediciones” (Navone, 4 de diciembre de 2020) había logrado identificar la cantidad de títulos exactos y distinguir entre originales (867 títulos publicados entre enero de 1952 y noviembre de 1968) y reediciones (410 títulos publicados desde esa fecha hasta octubre de 1976). Hasta ese momento, aunque ya conocían los títulos de todos, faltaban cinco. Para 2024, solo restaba encontrar tres: el N° 665 “Los habitantes del verano” (1965), el N°717 /1125 “El dragón” (1966) y el N° 867/1200 “Chamamé de la selva” (1968). Tal como expresa Navone: “Parecía una empresa imposible, pero se pudo realizar, poco a poco la fuimos completando” (Navone, 23 de julio de 2019, párrs. 7 y 8). Ahora bien, ¿cómo fue posible el desarrollo y sostenimiento de este proyecto de tan largo aliento? Por un lado, podríamos aventurar, gracias a la pulsión de esos coleccionistas de “renovar el viejo mundo” (Benjamin, 2022, p. 86). O, en términos de sus propios lectores, movidos por la “emoción” de volver a encontrarse con su propia infancia alojada en esos cuentos. Por otro lado, gracias al acceso masivo a las tecnologías: mientras que el uso de las plataformas Blogger y Facebook facilitó la apertura de espacios virtuales para el encuentro entre los lectores y la publicación de los materiales recopilados, el uso de escáneres o dispositivos con cámara posibilitó la digitalización de los libros y documentos escritos y visuales. Así, la tecnología permitió volver a reunir aquello que la Biblioteca Bolsillitos de Editorial Abril ya había producido: libros y lectores coleccionistas. 

“Lectores de Biblioteca Bolsillitos”, el grupo de Facebook  

    Como se enuncia en su descripción, 

    " Para participar en este grupo tenés que: haber leído Bolsillitos en tu infancia, haber escuchado a adultos nostalgiosos leyéndote Bolsillitos, tener un pariente o amigo que haya escrito o ilustrado Bolsillitos, amar a Boris Spivacow y todos sus emprendimientos, interesarte por la historia de la literatura infantil en la Argentina, amar la buena literatura infantil, interesarte por la historia de la ilustración en la Argentina, amar las buenas ilustraciones, acabar de descubrir a los Bolsillitos y quedar fascinado por ellos…" (Lectores de Biblioteca Bolsillitos, s.f.) 

     Así se abren las puertas de este espacio al que desde 2014 fueron llegando personas vinculadas a los Bolsillitos de una u otra forma, ya sea a través del blog, de Google, por recomendación de Navone u otro lector, o siguiendo el camino de una investigación: lectores que atesoran sus colecciones desde la infancia o que las heredaron; familiares de quienes trabajaron en la editorial; otros que guardan los libros en su memoria y quieren recuperarlos o quienes los descubrieron y comenzaron a coleccionar en su adultez; además de investigadores que llegan siguiendo el trazo de algún ilustrador, autor o editorial. Son múltiples las funciones de este grupo: colaborar en la búsqueda de información y rastreo de ejemplares; anunciar las novedades de nuevos hallazgos, compartir lecturas en torno a los textos o difundir intervenciones y actividades realizadas en su homenaje. 

    Pero, además, es un espacio donde familiares, amigos y conocidos de ilustradores, autores y editores comparten anécdotas, imágenes y escritos. Y por eso agradecen que allí se mantenga viva su memoria y su obra (Virginia Fineberg, 3 de julio de 2019). Periódicamente, a raíz de la incorporación de nuevos integrantes o de fechas especiales —tales como los aniversarios de publicaciones de la colección, la llegada de las estaciones, de los reyes magos o de la pascua— la publicación de imágenes de los Bolsillitos provoca una serie de efectos que los lectores no dejan de compartir: “los recuerdo muy bien” (María Isabel Romero, 11 de junio de 2020); “Los tengo a todos en mi cabeza” (Estela Monzon, 26 de agosto de 2019); “me parece que lo miraba ayer...” (María Isabel Romero, 27 de agosto de 2018); “Me ha llevado a la infancia, al sillón azul donde leía los cuentos!!!” (Maria Teresa Le Fort, 27 de agosto de 2016); “me parece ver todavía a mi madre leyéndomelo” (Susana Duro, 1 de agosto de 2014). Estos son solo algunos de los tantos enunciados que dan cuenta del lugar que ocupan esos libros en la memoria de sus lectores. Porque para ellos, encontrarse con los Bolsillitos “es un volver a la infancia por un rato” (Graciela García, 24 de julio de 2019). O, como dice otra lectora, “estos libritos son mi infancia y la de mis hijos. No concebiría pensarme en esas épocas y no conectarme con esta colección” (Andrea Gaos, 5 de septiembre de 2017). Y es por eso que, para muchos de ellos, su recuperación se trata de “el cumplimiento de un sueño” compartido, tal como lo expresa Giménez (4 de diciembre de 2020) 1.   

    Enigmas y Misterios de Bolsillitos, el blog de Susana Navone Como ya se anticipó, este blog fue originalmente abierto por Navone para difundir sus investigaciones sobre la colección, siguiendo la idea de Catalina Munuce, investigadora y archivista de literatura infantil y creadora del blog “Mi mamá me mima” (https://mimamamemima2009.blogspot.com/), que también colaboró en este proyecto (Navone, comunicación personal, 3 de agosto del 2025). Pero, además, el blog se constituyó como el sitio donde se aloja la Biblioteca Bolsillitos Virtual, que reúne el total de ejemplares digitalizados de la colección. Así, además de la tarea de reconstrucción sistemática del catálogo y la búsqueda y digitalización colectiva de los ejemplares, Navone se ocupó de disponerlos en su blog. Para ello, siguió un ordenamiento cronológico desde el más antiguo al más nuevo, agrupando los libros según su año de publicación. De este modo, quien navegue el sitio encontrará en la  columna ubicada a la derecha un título que indica el año y el número de los correspondientes ejemplares publicados. A su vez, cada libro escaneado está precedido por un encabezado que indica su número, el título, el autor o adaptador y el ilustrador, entre otros datos. Mientras que los ejemplares originales están escaneados por completo, de las reediciones solo se presentan las tapas, junto a la referencia al original correspondiente.

    Ahora bien, tal como adelantamos en la Introducción, a la par de las tareas mencionadas, Navone realizó una investigación que dio lugar en 2019 a su libro Inolvidables Bolsillitos. Homenaje a la Biblioteca Bolsillitos de editorial Abril. Si bien en un primer momento iba a ser publicado en una editorial, por motivos económicos esto no fue posible y, finalmente, decidió hacerlo en sus blogs y registrar la obra en la Dirección Nacional del Derecho de Autor. Así, el blog de los Bolsillitos se transformó en “un libro abierto” (Navone, 16 de febrero de 2024) — que “puede crecer y variar con más facilidad que un libro impreso” (Navone, 23 de junio de 2019c, párr. 8)—, al que va actualizando en función de la información, fotos y actualización de las colecciones que va recibiendo. 

    La Introducción y los dos primeros capítulos están publicados en su blog Todo empezó en Abril, puesto que están dedicados a los editores y las colecciones de cuentos infantiles de esta empresa. Allí, además, reúne las colecciones digitalizadas que fue descubriendo y rescatando junto con los Bolsillitos, también con ayuda de otros coleccionistas. Así, solo por mencionar algunas, se encuentra casi la totalidad de ejemplares escaneados de la colección Gatito y El diario de mi amiga, además de numerosos títulos de otras colecciones tales como Yo soy, 2,3 y 4 o La ventanita.

    Los apartados restantes, dedicados específicamente a los Bolsillitos, están en su blog correspondiente. La extensión de esta presentación no nos permite abordar en profundidad la exhaustiva tarea de investigación y reconstrucción histórica producida por Navone. Pero sí nos interesa señalar algunas de las operaciones críticas centrales que produce a partir del análisis del material recopilado. 

    En primer lugar, divide el desarrollo de la colección en dos momentos: “edad de oro (1952 -1959)” y “segunda etapa (1960-1976)”. En función de esta periodización, en los capítulos tres y cuatro establece sistematizaciones tanto en torno a la configuración textual, estética y material de la colección como a las estrategias editoriales. Uno de los hallazgos más destacables es el del Bolsillitos N° 150, cuyo análisis invitamos a leer en el capítulo 3 del libro. 

    Los siguientes capítulos están dedicados a los autores, ilustradores y lectores. Como posible forma de establecer una cercanía con los pequeños destinatarios, los creadores de los Bolsillitos firmaban con breves apodos o seudónimos. Esta estrategia que, tal como señala Díaz Rönner (2000, p. 524), “procede también de la vieja tradición de la Bibliothèque Bleue”, hizo que muchos de ellos permanecieran aún hasta hoy en el anonimato. A partir de sus búsquedas y de los aportes de quienes colaboraron con el rescate del “mundo Bolsillitos”, Navone logró desentrañar la identidad de muchos de ellos, que hasta entonces eran desconocidos. Así, entre los tantos hallazgos realizados se cuentan, por ejemplo, las únicas fotos de Agi (Magdalena Agnes Lamm) que circulan en Internet, gracias al aporte de Victoria Zellermayer, integrante de una familia amiga de la artista; la carta manuscrita que le escribió a Nora Hilb y ella compartió; o la identificación del autorretrato de Hugo Csecs en el Bolsillitos N° 150 gracias a que “una de sus nietas, al ver la imagen en el blog, lo reconoció” (Navone, 20 de julio de 2019).

    Por su parte, en el capítulo 7, Navone reúne los testimonios de decenas de lectores a los que rescata del anonimato. A partir de la implementación de un cuestionario, recuperó datos tales como la edad, procedencia geográfica, profesión de los lectores y sus familiares, formas de lectura, adquisición y conservación de los ejemplares. Y, sumado a ello, recogió toda una serie de experiencias de lectura e historias personales de pérdidas y (re)encuentros, así como relatos sobre el modo en que varios de ellos difunden y prolongan el legado de los Bolsillitos hasta el presente. 

    Del análisis de los aportes recogidos en este capítulo polifónico —que constituye “sólo una pequeña muestra de los miles de lectores infantiles que tuvo la colección” (Navone, 23 de junio de 2019d)—Navone extrae varias conclusiones. En relación con el abordaje aquí planteado, nos interesa señalar algunas. En primer lugar, que a los Bolsillitos “les gusta vivir en cajas, no importa si son de cartón, de madera o de plástico, o si se guardan en una biblioteca o en un ropero” (2019, 23 de junio de 2019d). En segundo lugar, que “están para siempre asociados al recuerdo de la voz de una madre o de un padre, de un abuelo o de una abuela, que los leía en voz alta” (Navone, 23 de junio de 2019d). En tercer lugar, que “puede ser que la gente ha guardado los Bolsillitos, tan frágiles y delicados, con mucho cuidado para poder leérselos a sus hijos y nietos.” (Navone, 23 de junio de 2019d). En cuarto lugar, que su “pequeño tamaño” (Navone, 23 de junio de 2019d) constituye una característica fundamental de su éxito. Porque, tal como afirma Navone, “los niños aman las cosas pequeñas y los coleccionistas también” (Navone, comunicación personal, 3 de agosto del 2025). Y, por último, un factor que condensa los anteriores y atañe al valor afectivo que está en el centro de la pulsión que constituyó el motor de este proyecto: “la ternura y el cariño con el que todos los lectores recuerdan a “sus” Bolsillitos y a las personas que los hicieron.” (Navone, 23 de junio de 2019d).

A modo de cierre 

     Al inicio de esta presentación nos preguntábamos por la fuerza que hizo posible la constitución de este archivo y por su incidencia en los estudios del campo de la literatura argentina para niños y niñas. A partir del recorrido presentado, es posible pensar que tanto el grupo de lectores de Facebook como la Biblioteca Bolsillitos Virtual y el libro, alojados en los blogs de Navone, constituyen piezas que funcionan de manera conjunta como parte de un mismo (an)archivo. Así, en lo que atañe a la dimensión investigativa y disciplinar, su potencia radica no solo en el hecho de que reúne, aloja y dispone en acceso público los cientos de ejemplares rescatados, sino también las huellas del modo en que esos libros fueron producidos, distribuidos, leídos y guardados durante tantos años para ser luego compartidos.   

    Tal como propone Domínguez Rubio (2021), al historizar el recorrido que hicieron los distintos documentos hasta llegar a un archivo, ya sea físico o virtual, se hace posible para el investigador “problematizar la noción de fuente como aquel material que “está ahí”, disponible, simplemente dispuesto a emanar cierta información” (p. 32). Antes bien, este archivo —que preserva tanto las huellas de las emociones provocadas por los libritos como de las condiciones materiales y sociales por las cuales llegaron hasta nosotros— permite reflexionar sobre la trayectoria previa de los documentos “hasta llegar a nuestras manos, o nuestras pantallas” (Domínguez Rubio, 2021, p. 31). De este modo, al mismo tiempo que se presenta como una forma paradigmática de imaginación (an)archivística, se constituye como un acervo fundamental no solo para la historia de la literatura, la ilustración y la edición de libros infantiles en Argentina, sino también para la historia de la lectura.

    Lejos de haber arribado a respuestas definitivas, pretendemos que esta presentación funcione, por un lado, como una invitación a fascinarse con el “Mundo Bolsillitos”, tal como le llaman sus propios lectores. Y, por otro, como una forma de renovar el pedido de Navone a raíz de la ausencia de esta colección en el homenaje a los Polidoros del CEAL en 2015: “especialistas en literatura infantil, no se olviden de los Bolsillitos” (Susana Navone, 9 de julio de 2015).


Referencias bibliográficas 

 Benjamin, Walter (2022). El coleccionismo. Traducción de María Tellechea y Martina Fernández Polcuch. Ediciones Godot. 

 Carvajal, Fernanda; Cristiá, Moira y Manzi A. Javiera (2019). Por una política común de archivos. En Canasta básica para archivos inapropiables. 01. Por una política común. Editorial pasafronteras.

 De Diego, José Luis (2014). Editores y políticas editoriales en Argentina, 1880-2000. Fondo de Cultura Económica. 

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Tengo excelentes noticias para darles … Grupo “Lectores de Bolsillitos”. Facebook. https://www.facebook.com/photo?fbid=10224581067013746&set=gm.35446654 62295414 ------------------- (16 de febrero de 2024) 

¡ Hola a todos! Les recuerdo que el blog de los Bolsillitos es un libro abierto…Grupo “Lectores de Bolsillitos”. Facebook. https://www.facebook.com/share/p/1DFXcnERfC/

 Purvis, Gabriela (2024). Panorama de las colecciones literarias para la infancia en la “época de oro” de la industria editorial argentina (1938 -1955) (Tesis de grado). Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. 

Memoria Académica. https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.3016/te.3016.pdf Sarlo, Beatriz (2022). 

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 Tosi, Carolina (2015). La emergencia de las colecciones de literatura infantil y juvenil, 

 Ponencia presentada en el tercer encuentro de "Mundos de Infancias" en la Universidad Nacional de General Sarmiento. octubre 2025.

1 comentario:

  1. Me agrado muchísimo tu ponencia, Gabriela Baralle, indudablemente además de la documentación y el estudio detallado tu aproximación al Mundo Bolsillitos me pareció alcanzada por los mismos sentimientos que nos llevaron a buscarlos, gracias por comprender que ante todo se trata de un nostalgico recorrido por una infancia lejana a la que que nuestros amigos los cuentitos Bolsillitos tiñeron de magia, color y alegria yque perduran hasta hoy en nuestros corazones . Gracias por entender y expresarlo!!!!

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