23/6/19

Capítulo 6: Los ilustradores







Ditti- Eva Hochstimm (1924-2014)




            Empiezo por Ditti que trabajó en Abril como diagramadora,  por eso elegí ponerla al comienzo de este capítulo porque, aunque su nombre  aparezca en muy pocos  Bolsillitos, ella estaba ahí participando en su creación. Figura, por ejemplo, como adaptadora de La casita de Timoteo Lauchín (118).




Nª118 La casita de Timoteo Lauchín (Disney)


           Al igual que su hermana Susi, tanto escribía como ilustraba. En "2, 3 y 4" tiene, por lo menos un cuento.



Susi y Ditti se escaparon de Austria con sus padres a último momento antes de la guerra (creo que en agosto del '39), medio de milagro ya que las cosas para los judíos no estaban nada bien por entonces (tampoco para los matrimonios mixtos). Querían ir a Argentina pero la Argentina no daba visas para gente tan mayor como mis bisabuelos. Intentaron en Brasil, en donde tenían una pariente, pero no se las dieron cuando dijeron que eran ateos. Bolivia les dio visas y allí fueron, pasando por Brasil, Montevideo y Buenos Aires en barco y desde ahí en tren hasta Cochabamba. Susi se fue más tarde a vivir a Buenos Aires, mi abuela se casó en Bolivia, ahí nacieron mi tío y mi papá, se divorció y se fue también a vivir a Buenos Aires, seguida poco después por mis bisabuelos.
Con mi abuela Ditti siempre tuve una relación muy cercana. Y eso a pesar de que estuvo exilada en Viena entre el 78 y el 81 (no estoy segurísimo de las fechas pero más o menos deben ser ésas). No sé hasta cuándo trabajó en Editorial Abril, trabajó sobre todo en el Centro Editor como diagramadora hasta que se exiló, si no me equivoco. También estudió cerámica con Leo Tavella y durante años dio clases y expuso sus esculturas. Por desgracia muchas se perdieron con los años y el exilio. También estudió flauta dulce en el Collegium musicum y cantaba en muchos coros. Cuando volvió de Viena instaló un taller de cerámica en nuestra casa y ahí recibía a los alumnos. Nosotros también participábamos. A mi hermana y a mí nos enseñó a leer música y a tocar la flauta. Era una mujer de una enorme vitalidad, muy alegre y afectuosa, con mucho humor. A primera vista habría parecido más desprejuiciada aún que Susi aunque esto creo que se debía a que era mucho más extravertida, y, desde que había hecho terapia, creo que en los años '70, notoriamente falta de autocensura al momento de decir alguna mala palabra. En su casa (y también en la mi bisabuelo y en la de Susi) había innumerables libros de arte, que habían ido comprando a lo largo de los años, en varios lugares. Muchos estaban en alemán o en inglés pero para nosotros acceder a este mundo de imágenes fue muy importante. También las tres casas estaban llenas de adornos y objetos de todas partes del mundo. Mi abuela nos leía cuentos que tenía de cuando era chica, algunos de memoria (los cuentos tradicionales como "Hermanito y hermanita" y "Rumpelstilzchen") y otros los iba traduciendo del alemán de los libros que se había traído de Viena (como el "Doctor Dolittle" y "Just so stories" de Kipling). Cuando estuvo exilada nos mandó un cassette con cuentos (de los tradicionales) que por desgracia, no sé cómo, con los años perdimos. Sabía contar muy bien a pesar de no haber aprendido nunca muy bien el castellano Es decir, podía perfectamente comunicarse y decir todo lo que quería, pero cometía muchas faltas. Yo tardé muchos años en darme cuenta de esto, para mí simplemente hablaba como ella. Susi en comparación tiene un castellano excelente pero también estudió y leyó en otros idiomas (sé que leía sin problemas en francés, italiano e inglés por lo menos). Tengo la impresión de que a mi abuela nunca le interesó mejorar su castellano, tal vez nunca le pareció necesario, ya que nunca tuvo problemas de comunicación por eso.
Tanto a Susi como a Ditti les gustaba mucho el arte popular de diferentes lugares del mundo. Las dos viajaron mucho y trajeron muchos objetos y libros.
Siempre les quedó cierta nostalgia de Viena y un poco nos la transmitieron a nosotros. Sin embargo cuando en los '90 pensaron en la posibilidad de irse a vivir ahí, después de pasar unos meses no se sentían más en casa y volvieron a Buenos Aires.
Pablo Kornfeld, nieto de Ditti[1]




Susi y Ditti

Por este testimonio familiar vemos que tanto Susi como Ditti estaban inmersas en el mundo del arte y de la literatura infantil.

4 de febrero de 2021
Lo bueno de un libro virtual es que puede crecer y variar con más facilidad que un libro impreso. Tenemos un nuevo testimonio sobre Ditti,  de una amiga y familiar muy cercana a ella:

No sabemos hasta qué año trabajó Ditti en Editorial Abril. Durante algunos años estuvo participando de una gráfica, que era un emprendimiento familiar, hasta que recaló en el Centro Editor, nuevamente de la mano de Boris Spivacov.

Allí trabajó integrada en un equipo de diagramadores en múltiples colecciones y fascículos de la Editorial. Previamente, estudió cerámica con Leo Tavella y compartió con él, como socia, un local en la legendaria Galería del Este. Participó en muestras colectivas de cerámica y en los salones nacionales. Fue en 1969 que ganó el segundo premio en escultura en el Salón Nacional de Cerámica.

Estudió flauta dulce y participó en coros, dirigida por importantes figuras. En los años 80, con uno de esos coros cantó en el Teatro Colón.

Yo la conocí hacia fines del año 1969. Fui a su taller a tomar clases de cerámica, y allí, en ese lugar caracterizado por el desparpajo con que manejaba todo en la vida, rápidamente convertimos el vínculo profesora alumna en una amistad que nos unió durante toda la vida.

También fue mi suegra durante una década, e inolvidable abuela de mis tres hijos… pero esa es otra historia.

Madre de un detenido- desaparecido (su hijo mayor, Tommy, desapareció en 1977) en 1978 recibió una amenaza de muerte por las averiguaciones que hizo acerca de esa desaparición, y se fue a Viena, exiliada. En principio pensó que sería por algunos meses, pero finalmente pasó en Europa casi tres años.

Arribada a Viena, Ditti no perdió mucho tiempo en quejarse, aunque tuvo dificultades y tristezas y sobre todo extrañaba mucho. ¿Qué hizo en Viena?  Se armó una vida posible… y trabajó, trabajó bastante y en diversas cosas: fue guía de turismo para acompañar a un grupo de jubilados a España, pero los mayores requieren paciencia y Ditti no disponía de ese tipo de paciencia.

Después diseñó un osito para una campaña de vacunación infantil, del que se hicieron impresiones en cartón para repartir y carteritas con un adhesivo con el mismo motivo.

 


Trabajó en locales comerciales decorando las vidrieras y sobre todo, cultivó afectos con la familia que había quedado en Viena antes de la guerra, resignificó relaciones entre ellos  y se hizo de nuevas amigas.

Viajó por Europa con su padre, su hermana y alguna prima. En cierta ocasión sirvió de guía para conocer Viena a un grupo de amigas mías. Ellas habían alquilado un auto y cometieron una falta de tránsito, entonces, cuando tuvieron que dar explicaciones ante un policía, todas se volvieron a Ditti que era la única que hablaba alemán. Ditti, rápidamente, le habló al policía:

-          “Somos turistas argentinas y nos confundimos con las indicaciones”- le dijo en castellano.

A las demás les costó contener la risa.

Antes de partir al exilio, planeaba estudiar artesanías en un Instituto de Viena. Ditti no había podido cursar la escuela secundaria,  de adolescente, por las leyes de persecusión racial. No pudo o no quiso inscribirse finalmente, pero hizo también muchas artesanías y en esa época volvió a tejer.

“Dibujo con las lanas”, me decía. Era capaz de tejer figuras sin plan previo, improvisando, sin bocetar. Una vez tejió un sweater bordó con un elefantito gris en el pecho, y en la espalda le tejió “la sombra”, el mismo elefantito en otro punto.

Experimentó con macramé y con flores secas, además de los papeles cortados y superpuestos típicos de Hungría. Me decía que en Viena no podían creer que hubiera un lugar en donde las plantas estuvieran verdes durante todo el año.

Para diciembre mandaba unos lindísimos calendarios de adviento, que después terminó dibujando ella misma. Es que en Viena se reencontró con el festejo de Navidad con nieve y con los rituales que tanto le habían gustado cuando era chica.

Volvió al país, no tenía trabajo ni jubilación y tuvo que empezar de nuevo. Armó un taller en nuestra casa, El taller del Jardín, y tuvo otro taller por Palermo, porque no quiso volver al departamento en donde había recibido la amenaza hasta que se fuera la Junta Militar.

Volvió a la cerámica, enseñando y produciendo. Enseñó también flauta dulce y dedicó varios años a  bordar tapices y cubrecamas, en punto cruz, improvisando con las lanas sobre la tela blanca. Como algunos eran muy amplios, los hizo fotografiar una vez por un profesional especializado en obras de arte. Y con esas fotos coloridas… armó ese año sus consabidas postales de Navidad.

 



Volvió  muchas veces a Viena, y escribió y recibió montones de cartas. Al revés de Susi que nunca tuvo computadora, ella sí la usó, como supo y como pudo. Y cuando el Parkinson de sus últimos años le dio poca tregua, manejó el mouse con las dos manos.

También se asombró y se deslumbró, con su cabeza abierta a los cambios, cuando un ex compañero de Arte del Centro Editor, le mostró la carta de colores que la computadora hacía posible: ella perteneció a una época de la diagramación  totalmente artesanal.

Al revisar su prolífica producción, me pregunto adónde hubiera llegado Ditti si además hubiera tenido estudios sistemáticos. En sus esculturas hizo cruces con la literatura, con el psicoanálisis, con las religiones antiguas, con la mitología. Igualmente lo hizo con sus tapices. Y fue siempre una lectora muy constante, una autodidacta.

Vivió con pudor sus dolores. En los últimos años yo era la que le relataba los homenajes que se hacían a los desparecidos en las escuelas y en diversos ámbitos y los juicios por la verdad. No alcanzaba a diluir su dolor, pero se sentía reconfortada.

Enfermó en los primeros meses de 2014 y murió en mayo del mismo año, con noventa años recién cumplidos.

La extrañamos mucho.

                                                                                     Lidia Gil, alumna, amiga y nuera de Ditti






Esculturas de Ditti



Luis Destuet (s/d)

            Su nombre no aparece en absoluto, pero se encargaba de dibujar los personajes de Disney. Fue el primer dibujante sudamericano en hacer estos personajes. Colaboró en Abril en las historietas “El pato Donald” y “José Carioca” y también en todas las colecciones de cuentos que tenían personajes de Disney: “Yo soy”, “¡Qué parejita!”, “Cuadernos de Mickey”, “Cuentos de Abril” y, obviamente, Bolsillitos.

Nº10 Pluto (Adaptado por Noñé)

 Pero además, por encargo de Civita, enseñaba a otros ilustradores jóvenes cómo dibujar  los personajes.


Nº21 Dumbo (Adaptado por Noñé)

            Publicó historietas propias: “Trabuco y Trinquete” en la revista “Salgari” y “Hora cero”; “Abrojo, un hombre oscuro”, una historieta “gaucha”, en el diario “la Razón”.



 Hizo  ilustraciones de libros como  La rosa y el anillo  de Tackeray. También participó en la película Upa en apuros.
            En los sesenta, parece que a raíz de una crítica que le hizo Hugo Pratt haciéndole ver que desperdiciaba su talento, dejó de dibujar los personajes de Disney y de dedicó a ilustrar, y también a escribir, literatura infantil, por ejemplo: Cipriano el distraído y otros cuentos; Gauchos y gauchitos; ambos en Editorial Sigmar.






            Puede ser que haya fallecido en el año 2002[2].
           


Alberto Breccia (1919-1993)




Alberto y una página de su historieta Mort Cinder

            Es uno de los primeros ilustradores y firmaba con su nombre completo. Cabe preguntarse por qué los ilustradores podían usar su propio nombre y los autores, no. Si aceptamos la razón de Susi, que se les pedía no usar el apellido porque a los chicos podría resultarles difícil de leer, tenemos una pista. El nombre del autor aparecía en la tapa arriba del título, en la época de las tapas cuadriculadas  en letra cursiva y en la época de las tapas lisas, en imprenta mayúscula; los chicos tenían que verlo y ser capaces de leerlo. El nombre del ilustrador, en cambio, aparecía en la parte inferior de la última hoja, debajo de la palabra “fin”, inmediatamente después del nombre de la serie, por ejemplo: 

Primer Bolsillito ilustrado por Alberto Nº4 El circo (Inés)

 Los chicos podían obviarlo ¿para qué seguir leyendo después de la palabra fin? Otras veces, las menos, el nombre del ilustrador aparecía en la parte superior de la primera página dentro de un recuadro. Nunca apareció en la tapa. Pero debemos pensar que ya era importante que apareciera en algún sitio porque otras editoriales no lo ponían. 


Nº30 Los pajaritos

En lo que respecta a las colecciones infantiles de Boris en Abril, la única que puso el nombre del ilustrador junto con el autor en la tapa fue, como ya vimos “2, 3 y 4” pero no en los primeros títulos. Algunos Diarios de mi amiga tienen el nombre del ilustrador en la tapa, pero la mayoría lo tiene en la parte inferior de la contratapa.    
Alberto nació en Montevideo, pero desarrolló toda su carrera en Argentina ya que sus padres se mudaron a Buenos Aires cuando él tenía tres años.
           Sus comienzos fueron duros, trabajaba en un matadero como “tripero” y, cuando regresaba a su casa, dibujaba todo lo que podía. Publicó por primera vez en una revista barrial llamada El resero (1938), escribiendo algunos artículos y dibujando las tapas. Al año siguiente, ya trabajaba profesionalmente en la Editorial Manuel Láinez. Sus primeras historietas fueron Mariquita Terremoto, Kid Río Grande y El vengador. Permaneció en esta editorial hasta 1944.
            Luego hizo la historieta Puño Blanco en el diario “La razón” Y Gentleman Jim en la revista “Bicho feo”. Poco después entró a trabajar en la editorial Dante Quinterno en la revista “Patoruzú”. En 1947 apareció su primer gran éxito Vito Nervio, con guión de Leonardo Wadel.
            En casi ninguna biografía suya se menciona su paso por las publicaciones infantiles de Abril,  pero ahí estuvo, por lo menos entre 1952 y 1955, ilustrando Bolsillitos, exactamente veinticinco, muchos de ellos escritos por Sánchez Puyol.  Inolvidables, La familia Felita y Pepe. Pino


Nº98 El hada Azulina (Noñé)

 También dibujó cuentos e historietas en “Gatito” y “Cuadernos de Gatito”: Caperucita Roja (7); El gran detective Jopito (19), con guión de Julio Almada.  Incluso ilustró  cinco ejemplares de “El diario de mi amiga”: Cordelia,la niña hada (3), escrito por Conrado Nalé Roxlo:  Lola la niña del circo (11), escrito por Sergio; Gerda,(15) un cuento de Andersen;  Zazá la gitanita (24), escrito por Sergio  y Esmeralda (26), de Julio Almada.


 Contratapa del Nº 7 de "Cuadernos de Gatito"
                        Caperucita Roja

            
Y en 1954 ilustró la primera edición de La escuela de las hadas de Conrado Nalé Roxlo.


              Nº18 Gatito aprendiz de Rey mago

            En 1957 ingresó a Editorial Frontera, la editorial de Oesterheld. Con este autor realizó la  serie Sherlock Time para la revista “Hora cero extra” y Mort Cinder, para “Misterix”(1962-1964). En 1966, también con Oesterheld, Richard Long, donde comenzó a trabajar con la técnica del collage. Finalmente, El eternauta, en 1969, reescrito por Héctor para la revista “Gente”. Como vimos en el capítulo anterior, no terminó de publicarse a causa de la censura del gobierno militar, pero tuvo gran éxito en Italia y España a comienzos de los setenta. Hizo muchos trabajos para editoriales italianas, algunos de ilustraciones para revistas infantiles.




            También realizó adaptaciones de obras literarias como El corazón delator (1975) de Edgard Allan Poe e Informe sobre ciegos (1991) de Ernesto Sábato. Con Carlos Trillo realizó Un Tal Daneri (1974) y Buscavidas (1981).
            Recibió numerosos premios, nacionales e internacionales, entre ellos: “Premio Yellow Kid” (1973), “Premio Amnisty Internacional”, por Perramus(1983) y, póstumamente, “Premio al mejor álbum extranjero” en el salón de Barcelona de 1994, por Informe sobre ciegos.


Cien años de Alberto Breccia, "monstruo" de la historieta

Conocí a Alberto cuando ya era un artista consagrado, cuando sus colegas lo llamaban "maestro" o, simplemente, "el viejo". Pero para mí Alberto Breccia era algo diferente. Lo importante pasaba por otro lado y se trataba de que ese viejo, tan jodón y cariñoso, era mi abuelo. El abuelo que venía todos los jueves a mi casa, así lloviera o así coincidiera ese día con su regreso de algún viaje a Europa, porque la cita para él siempre fue inamovible. Los que lo trataron, saben que era un tipo de manías y de costumbres rígidas. Todos los jueves de cada semana cenaba en mi casa.
La rutina de ese día era sencilla, mi vieja (o sea su hija Cristina) hacía una comida, o pedíamos pizza, una vez que mi papá llegaba de laburar del profesorado. Mi abuelo, en caso que no hubiese ningún gato durmiendo sobre la silla, se sentaba en la cabecera de la mesa. Y si lo había, elegía otra, para no molestarlo. Porque siempre tuvo adoración por los gatos. Fue durante esos jueves, cuando lo escuché hablar de su juventud, de Mataderos, de los gatos (llegó a tener más de dieciocho), del talento de sus hijos, Enrique, Cristina y Patricia, de libros (nunca faltaba Borges, pero tampoco Sexton Blake, un Sherlock Holmes clase B), de los fantasmas que acechaban en su casa y del cine que adoraba. Patricia, su hija menor, que lo amó tanto, lo compara, en su eclecticismo exorbitante, con Ray Bradbury, con el que tenía muchas coincidencias.
Ese fue el viejo que primero conocí. Uno que los jueves nos traía turrones Namur (comprados en Liniers camino a nuestra casa en San Andrés) y uno que, a cuentagotas, me introdujo en la literatura popular, contagiándome su vicio por los libros viejos, por las editoriales y colecciones que lo habían apasionado en sus años mozos. También fue el que me pegó el gusto por el dibujo y el que me inculcó que leyera cuanto pudiera.
Durante esos jueves, en que se hablaba de libros y de tantas cosas, también se fue colando el personaje, o sea, ese gran "Alberto Breccia". Me fui enterando de quién era realmente. Hasta entonces, su obra era algo inconmensurable para mi mentalidad infantil. Sus cuadros eran demasiado ominosos y el único libro de Alberto que daba vueltas por mi casa era el de Lovecraft, que había adaptado Norberto, mi padre. Un libro que estaba lejos de comprender más allá de la intriga que me despertaba.
Un desplegable en la revista Fierro me hizo conocer a Mort Cinder. Era un póster del episodio de la Batalla de las Termópilas. Un jueves que mi papá tuvo que alcanzarlo hasta su casona de Haedo, le pregunté por esa historieta y me confirmó que se trataba de esa obra que, en los sesenta, había pasado sin pena ni gloria por la revista Misterix,hasta que se transformó en un fenómeno en Europa y marcó un antes y un después en la historia de la historieta mundial.
Aún tengo conmigo el libro que me dio ese día: el Mort Cinder editado por Lumen en 1980. No está entre las mejores ediciones ni por lejos, pero es mi predilecta. La dedicatoria dice: "A Mariano con todo mi cariño, el abuelo. Haedo 05-03-1987". Yo tenía diez años. El libro lo leí esa misma semana. Seguramente se me escaparon muchas sutilezas del guión de Héctor Oesterheld, pero a partir de entonces mi abuelo nunca fue la misma persona. Era un "monstruo", en el sentido admirativo que los rioplatenses le damos a la palabra: un Maestro. Y desde entonces, hice foco en su "monstruosidad". Poco a poco sus libros más audaces se transformaron en mis obras favoritas y llegué a conocer al dedillo todos sus laburos.
Al viejo, como dije, lo conocí en sus últimos años, pero creo que eso, a la vez, me permitió intuir su juventud y los albores de su vida. Él era un apasionado de la literatura popular.Las añoranzas le devolvieron los vicios de antaño. Casi todos los domingos, con manía religiosa, recorría el Parque Rivadavia. Muchos puesteros lo conocían (entre ellos dos libreros de ley como Juan Ferrari o Yoel Novoa) y le reservaban el material que buscaba: Tit Bits (una revista donde había hecho sus primeras armas como dibujante), folletines y libros de la editorial Tor. Sobre todo los de la "Colección Misterio" cuyas cubiertas eran ilustradas por el artista Luis Macaya. Esto no fue señalado nunca por los estudiosos de la obra de Alberto, pero Macaya fue una de sus influencias más fuertes. El estilo entre expresionista y bien sombrío de Macaya es esencial para comprender la evolución estilística de Alberto Breccia.
Los libros que coleccionaba los anotaba en un cuaderno de tapa dura que había comprado en Europa. Un cuaderno que parecía de principios de siglo y que era igualito a los que usaba Laura Ingalls cuando estudiaba en la escuela de su pueblo. Ese cuaderno lo traía todos los jueves a mi casa y juntos lo repasábamos hoja por hoja. Como nunca me faltó malicia, muchas veces buscaba específicamente los libros que no tenía, los compraba, y después se los mostraba, con impostada inocencia, para hacerlo sufrir un poco. Pero al rato se los regalaba a cambio de algún dibujito que me hacía a mano alzada.
A pesar de que el viejo tenía bien ganada su cuota de vanidad, en el fondo le repugnaban las poses y nunca se sintió cómodo con el mote de artista. Se sabía y se reconocía como un laburante, porque siempre lo fue y porque los dibujantes de su generación fueron auténticos albañiles del pincel  y el plumín. En los años cincuenta, a su trabajo habitual en la editorial de Dante Quinterno, sumó colaboraciones infantiles en Abril y otras, con seudónimo, en la editorial Láinez, además de trabajos esporádicos en publicidad e ilustración. Todo esto sin embargo no le impidió tomarse su tiempo para jugar al tenis con amigos o darse su baño de sol. Y hablando de tomar sol, recuerdo una anécdota en que Constancio Vigil, el legendario dueño de la editorial Atlántida, le consultó a mi abuelo cómo hacía para mantener siempre su bronceado, "usted sabe, Alberto, que yo tomo sol y no me quemo", a lo que el viejo, que era de réplica veloz, respondió: "Porque debe tomar sol debajo de un árbol". Con Vigil las cosas nunca fueron demasiado bien: se debía a que en el departamento de arte tenían la manía de tocarle los originales al viejo. Lo que le valió una vez, a uno de los jefes de ese sector, caer sentado de una trompada.
El deporte siempre fue una de las debilidades de Alberto, que —contradictorio como era— se había jodido la salud por fumar como un descosido. Ya de grande, se apasionó por los fierros y junto a Enrique montaron un gimnasio en el garaje de la casa de Haedo. En tiempos de malaria, mataban las horas entrenando como dos energúmenos. Alguna vez me confesó que su meta siempre fue ser como Reg Park. Nada de un cuerpo armonioso a lo griego, el viejo quería ser patovica. Cuando Arnold Schwarzenegger estaba en su apogeo, él no se perdía ninguna de sus películas.
Enrique, a principios de los 70, pintó un retrato de Alberto que era imponente. Un retrato al óleo, en colores ocres y verdosos, donde se veía al viejo en actitud adusta, cruzado de brazos, como un prócer de estampilla colegial. No sé si fue uno de sus ayudantes o un vecino que vio la obra concluida y, con aire de entendido, proclamó: "Ahí lo tené', al viejo ginasta". Desde entonces, el título del cuadro fue esa frase llena de elocuencia y 
sabiduría.

Retrato de Alberto realizado por su hijo Enrique

En un hermoso libro de conversaciones que escribió Juan Sasturain, titulado Breccia el viejo, Alberto cuenta que hasta mediados de los cincuenta dibujar le provocaba mucha angustia. Sus comienzos como dibujante fueron vacilantes, su estilo no tenía una personalidad formada y parecía abrevar de muchas fuentes. Era un artista de naturaleza arcillosa, moldeable, con la insólita capacidad de no secarse nunca, de cambiar de forma o estilo todo el tiempo. Esa arcilla, en la que parece haber sido hecho mi abuelo, si alguna vez tuvo un molde, se rompió el diez de noviembre de 1993, justo en el día del dibujante.
Nos quedan recuerdos maravillosos, nos queda su legado y su obra, que, a cien años del nacimiento de mi abuelo, está más actual que nunca. Porque Alberto siempre fue para mí un viejo por fuera, sólo por fuera.
Mariano Buscaglia (nieto de Alberto Breccia)[3]


Alberto del Castillo (1922-2010)


            Alberto del Castillo también es de la primera época. Ilustró el primer Inosito (7), que luego pasó a la familia de Csecs.


Nº7 Inosito (Inés)

 Otros suyos y de Inés son: La casa del ratoncito (53) y ¡Hasta el año que viene Escuelita! (90); con Noñé hizo, entre otrosLauchita Rin-Rin (41); con Pedro, Los piratas (284), con Pérez, La historia de Goti (215). Comenzó dibujando a Pepe Bolsillitos en las contratapas, pero luego este personaje pasó a ser dibujado por Csecs.


Nº45 Pochita la cocinerita (Inés)

            Tiene catorce Bolsillitos ilustrados, especialmente en los dos primeros años, aunque hay algunos de 1956 y 1957. Colaboró también en “Gatito” , en "Cuadernos de Gatito" y  en “El diario de mi amiga”.





 Nº90 ¡Acusado de ladrón!

Fuera de Abril, hizo ilustraciones infantiles para Editorial Códex, en la revista “Pepín Cascarón”.
            Trabajó para la revista “Leoplan”. En ella realizó, junto a Nazar Haleblián,  la sección “Rayos X” de dicha revista. Con este artista también realizó  Arbolendo, el árbol con vida y Pulgarcito, en la revista “Tibor Goordon”.  Además colaboró con la historieta Pitún y Gurito en la revista “Bicho feo”




Comenzó a trabajar para Dante Quinterno para  la película de animación Upa en apuros, y después quedó en el plantel de la editorial. Ahí salieron sus historietas Fanfa en “Patoruzú” y Don Almendro en “Patorucito”. También publicó El Infra-Man, con guión de León Benarós, en la revista “Medio litro”.

A partir de 1960, Del Castillo se consagra al dibujo animado publicitario, y asociado con Carlos Ceretti en Printer Advance, realiza entre otros éxitos “Haceme mimo…” para productos “La Negra”, que le vale un “Martín Fierro”.
También son muy recordados a pesar del tiempo transcurrido, el chico golpeándose la pancita, creado para CAP; los alemanes de “Bieckert”; “Pluma…pluma”; el gato de “Yelmo”; los gallegos Jesús y Manuel, de “Raid”; el viejito de Gándara”; el diablo de “Orbis”…[4]



Hugo Csecs (1927-2013)





            Es nada más y nada menos que el ilustrador que dio su aspecto definitivo a  Inosito y a Pepe Bolsillitos, así como el creador de Gatito y toda su pandilla.
            Entró a trabajar en Abril en 1950.
            Su primer Bolsillito es La escuelita(11).


Nº11 Mi escuelita (SiroB)


Nº136 Pepe Bolsillitos en la Ciudad del Revés (Inés) 


Nº162 La orejita de Perlina (Inés)

 Ilustró más de treinta Bolsillitos y fue el dibujante principal de “Gatito”. También colaboró en otras colecciones de Abril como “2, 3 y 4”, “El diario de mi amiga”, en los cuales dibujó muchísimas tapas, “Te presento a…”.; entre las infantiles.





 Nº1 Colección Gatito


 Para  “Misterix”, realizó “Los dos reporteros” y algunas portadas. También realizó portadas e ilustraciones para “Más allá” y “Cinemisterio”
            En la década del sesenta comenzó a trabajar con García Ferré en la revista “Anteojito”. Era el encargado de ilustrar algunas  secciones, por ejemplo, “Mi infancia en el recuerdo”, “Fábulas” y “Leyendas”,  que aparecían en la última página. 





Libros editados en 2010 que recopilan las secciones de la Revista Anteojito ilustradas por Hugo

También colaboró en la enciclopedia “El libro gordo de Petete” y en "Las didácticas de Calculín". Trabajó con García Ferré desde 1967 hasta 2002, cuando cerró la editorial. Fue fondista en la serie “Hijitus” y colaboró en las películas Mil intentos y en un invento, Trapito e Ico, el caballito valiente,  dibujando los fondos y los personajes secundarios.  También participó en algunas tapas y notas de las revistas “Muy interesante” y “Ser padres hoy”.
Otra de las revistas en las que publicaron sus ilustraciones fue “Billiken”, de Editorial Atlántida. Para la Editorial Sigmar, ilustró algunos libros infantiles, por ejemplo Leyendas argentinas.





            Se dedicó asimismo a hacer comerciales en forma independiente, en su propia agencia;  entre ellos el de sidra “La Victoria” y el de “Opomedex”

            “Maestro” como le decían sus colegas. Siempre de buen humor, tirando pinceladas y silbando canciones, entre mate y mate.
Muy madrugador, de muy bajo perfil, autoexigente, detallista, pero con trazo simple y poder de  síntesis. Hacía dibujos que a veces,  a simple vista,  parecían sin terminar, pero  que, al mirarlos bien, ¡todo funcionaba perfecto!
Libros y enciclopedias eran sus fuentes, muy organizado cada cosa tenía un cajón. Lápices sobre hojas de color, témperas secas usadas como acuarelas, algunos acrílicos, esponjitas de distintas texturas, sellos fabricados, máscaras de papel; eran algunos de sus materiales.
Siempre lo recordaremos por todas sus obras  de estilo único, ¡Un genio que hacía, de las manchas, dibujos! Un eterno soñador y contador de anécdotas asombrosas que se iban dibujando en el aire a medida que las narraba.
 ¡Gracias, Maestro!
Gisela Csecs, hija de Hugo Csecs



Agi – Magdalena Agnes Lamm (1914-1996)


                                      Agi y Victoria Zellermayer (Buenos Aires)

 Agi: tan sólo tres letras que ocupan el lugar de un nombre exótico para nosotros, Magdalena Agnes Lamm.
 Toda la información que pude conseguir de ella la encontré en una nota de Wikipedia en alemán y en un libro en inglés sobre la literatura infantil alemana en el exilio[5].
Agi nació en Budapest, por entonces segunda capital del Imperio Austro-húngaro, en 1914. Era la única hija de un terrateniente de Puszta. Estudió dibujo, pintura, escultura y diseño de modas en la Escuela de Artes Aplicadas de Viena. Después de la anexión de Austria, en 1938, emigró primero a Francia, luego a Bolivia y finalmente a Argentina en donde llegó en 1940. Emigró con ella la famosa pianista Rita Kurzmann-Leuchter, que escribió, en Buenos Aires, varios libros sobre educación musical ilustrados por Agi.
En 1945 ganó el primer premio del Festival Infantil Internacional por las ilustraciones de una versión, en italiano, de La Sirenita de Andersen[6] . Esa misma versión fue publicada por Abril dos veces, como ya vimos en el capítulo dos, en la colección “Regalo” en 1947 y en El diario de mi amiga la Sirenita (37)en 1956. Pero antes de eso, en 1946, había salido publicado en “Cuentos de Abril” un libro escrito e ilustrado por ella: Una aventura entre las flores que, desgraciadamente, nunca pude encontrar.

24/8/2023 Ya pude encontrarlo y está subido completo en el blog de Abril: 

Una aventura entre las flores

                             Yo soy Nª43 La famila Pequeñín, escrito pòr Susi

 También participó mucho en la colección “Yo soy…”, ilustrando cuentos de Susi, entre ellos La familia Pequeñín (43) en la que aparecen sus típicos enanitos. También participó en “La ventanita”, “2, 3 y 4” y “Gatito”.


                                          La ventanita Nº10


                                                                                            Nº21 Gatito Bombero

                                   
Con respecto a su producción en Bolsillitos, basta decir que tengo identificados más de cien títulos. Por empezar, todos los de su amiga Susi que, en un reportaje publicado en el libro en inglés mencionado más arriba, la considera la mejor ilustradora de libros infantiles. O sea que es quien le dio forma a Osito, Muñequita y Trapito, pero también a los personajes de las estaciones de Inés, a los negritos Dominguita y Pantaleón a partir de 1955, a personajes clásicos como Hansel y Gretel, la Sirenita, Rumpelstiltskin…

Primer Bolsillito ilustrado por Agi Nº20 ¡Quiquirikí! (Sánchez Puyol)

Ilustró Bolsillitos  desde la época de Sánchez Puyol hasta la de Beatriz;  su nombre aparece desde los primeros títulos hasta los últimos.


Nº58 La Reina de las Flores (Inés)

Después de ilustrar durante años en Abril, trabajó con Boris en el CEAL como ilustradora de muchos Cuentos de Polidoro: toda la serie de los cuentos de los hermanos Grimm reunidos en el volumen Cuentos de Grimm. Ya vimos que en 1968 ilustraba tanto Bolsillitos como Polidoros. 


Cuentos de Polidoro Nº31 El príncipe sapito (Beatriz),
noviembre de 1967

Su estilo fue evolucionando hacia una simplificación cada vez mayor, sin dejar de ser “su propio estilo”, ya que es imposible no ver un dibujo suyo, de cualquier época, y no decir “esto es de Agi”:


Bolsillito Nº827 Rumpelstiltskin (Beatriz).
febrero de 1968

También la admiraba mucho a Agi como ilustradora, me dijo que ella (Susi) no había logrado tener un estilo propio de ilustrador infantil pero que Agi era siempre perfectamente reconocible. Fueron amigas muchos años (vivían una enfrente de la otra, sobre la calle Lavalle) hasta que no sé por qué razón se pelearon y no se volvieron a ver. Agi también hacía unos muñecos de trapo hermosos, nosotros teníamos dos, el mío lo heredaron mis hijos. Una vez fui a la casa de un amiga, de la cual la madre era muy amiga de Agi, y casi me muero al ver que tenían una montaña de esos muñecos preciosos.[7]

Fue muy reconocida también por sus artesanías y tapices inspirados en el arte indígena del Noroeste argentino, especialmente por las muñecas de trapo con trajes típicos. También hacía colgantes con motivos infantiles en madera.


Agi con Victoria y Claudio Zellermayer frente a la Basílica de Sant'Apollinaire en Ravenna (1975). Agi fue amiga de la familia Zellermeyer, especialmente del padre de los chicos. Le agradecemos mucho a Victoria que nos haya mandado, desde Europa, las únicas fotos que tenemos de Agi.

Por el testimonio de Beatriz Ferro, sabemos que daba clases de dibujo, seguramente influyó mucho sobre sus alumnos, pero también sobre personas que no tuvieron la suerte de poder estudiar con ella:

Unas palabras sobre la brevísima relación que tuve con Agi, mi ilustradora preferida de la Colección Bolsillitos.
Siempre sentí que Agi, de alguna manera, tuvo que ver con mi camino de dibujante. De chiquita me emocionaban sus dibujos, por la ternura de los personajes. Hoy, es precisamente esa ternura y el humor lo que busco transmitir en los libros que ilustro.  Aquellos  Bolsillitos ilustrados por ella eran los que yo siempre buscaba que me compren. Hasta tenía un angelito de madera colgado sobre la cabecera de mi cama, hecho por ella, con su firma tan característica, y que aún conservo.
Años, muchos años después de mi niñez, siendo ya ilustradora de libros para chicos, tuve ganas de contarle lo que me habían conmovido sus dibujos. Habrá sido al final del milenio, cuando emprendí la búsqueda. Finalmente logré encontrarla y la visité. La vida es cruel… estaba enferma, temblaba… y me dio la sensación de que muy sola, aunque había una muchacha joven que la acompañaba. Pudimos conversar un rato, y pude también agradecerle aquellas imágenes que poblaron mi infancia y que marcaron mi futuro. Le dejé un libro de regalo, Huevos de Pascua, escrito por Graciela Cabal.




En la Navidad de aquel año (1993), me llegó por correo una tarjeta de salutación, con letra redonda y temblorosa, con la firma que tanto conocía: Agi.
La recordaré siempre…
Nora Hilb[8]





Agi murió en Buenos Aires en 1996. Hay un archivo de toda su producción en una institución de Viena.[9]Creo que en Argentina todavía no se le ha dado el reconocimiento que se merece por su hermosa obra.


 Angelito de madera (propiedad de Nora)




 Pingüino de peluche (propiedad de Victoria)


Victoria y su hermano jugando con muñecos tejidos por Agi


20/08/2020
Victoria, que sigue viviendo en Italia, me acaba de enviar más fotos de la artesanías de Agi.

                    Galería de Agi

















Ruth – Ruth Varsavsky (1921-2011)





            Ruth es a las ilustraciones de los Bolsillitos lo que Beatriz es a los textos. Los libritos ilustrados por ella son alrededor de trescientos; comenzó en 1953 y no paró hasta 1968. 


Primer Bolsillito iutrado por Ruth Nª85 El caballito de madera (Inés)

Dibujó series enteras como “Las cuatro Caperucitas”, “Escamita la sirenita”, “La vida en el bosque”,  “Carnavalito” y “Puf-Puf el conejo mágico”. Algunos de sus últimos trabajos fueron en colaboración con Oski, su esposo.


Nº342 Aromando no tiene miedo (Beatriz)

            Su estilo también se fue variando con el correr de los años.

Nº736 Animaluchos y animalotes (Beatriz)


Nº 758 Adivina adivinador (Beatriz)

            No sólo su hermana Edith trabajaba en Abril, también su hermano Oscar Varsavsky, que fue empleado cuando tuvo que dejar su puesto de profesor universitario durante el gobierno peronista. Oscar era matemático y físico: en Abril se ocupó, entre otras cosas de la revista de ciencia-ficción “Más allá”. Además era cuñado de Boris ya que estaba casado con Delia Pigretti, la hermana de Noñé.
              Ruth participó en otras colecciones de Abril: "2, 3 y 4". "Gatito". "El mundo pintón"






                                                                                          Nº68 Gatito busca un tesoro









Originales de Ruth

      
Ruth ganó a los 29 años un concurso de pintura y se fue a París. Volvió en 1955 junto a Oski, a quien había conocido en un taller de Buenos Aires y  luego reencontró en París. En esa época pusieron su primer taller en la calle Libertad. Más adelante, en 1962, Ruth y Alicia Ferrari, la esposa del artista León Ferrari, fundaron el taller “Laberinto” en el cual hacían artesanías en metal. En la época de la dictadura de 1976, los Conti y los Ferrari se fueron a Brasil. Ruth y su amiga continuaron con su taller en ese país.
Actualmente, el taller Laberinto continúa en Córdoba, dirigido por Mariana Conti, la nieta de Ruth.




            En 1964 Ruth ilustró la primera edición de Zoo loco de María Elena Walsh, 
publicada por Editorial Fariña.



En 1968, en el CEAL, todos “Los cuentos de Polidoro” escritos por Yalí, reunidos en el volumen La pajarita de papel y otros cuentos.



Ilustración para Los Cuentos de Polidoro Nº52 
U-Lan. El hombre de la luna /La navidad del gato feo

            No fueron los arbolitos de la vida, con esas ramas de cerámica cargadas de frutos, soles o santitos, que se abrían hacia cualquier lado como si señalaran varios destinos posibles. Tampoco los tapices ni las calaveras de azúcar. De los regalos que su marido trajo de un viaje por México, a Ruth Varsavsky le llamó la atención un gallo de hojalata de todos los colores. Sí, de todos, enfatiza, como un arco iris pintado con esmaltes. Con sus alas labradas y esa cresta de rey de bisutería, se parecía a los dibujos que ella hacía. Porque en ese momento, entre los cincuenta y los sesenta, Ruth vivía de ilustrar cuentos infantiles. Y el bicho parecía un dibujo pero era tridimensional. Así que al verlo, ella tuvo una idea. “Experimentar con chapa me dio la posibilidad de pasar de lo plano, las pinturas y las ilustraciones, a lo tridimensional. Entonces empecé a usar las manos de una manera nueva: moldeando, recortando, agujereando, martillando, dando volumen”, dice. En el departamento donde vive hay una fila de gallitos sobre la mesa del living. Son más o menos parecidos a aquél, recién terminados, encargados por una casa de regalos. Entre el gallo mexicano y éstos pasaron muchas cosas: aprendió a trabajar en hojalata pero también con diferentes metales, se mudó algunas veces de taller, siguió dibujando, crecieron sus dos hijos, se exilió en Brasil con su familia, falleció el marido, volvió la democracia, nacieron los nietos.
Juana Menna[10]


            En 2009 se publicó el libro Laberinto, escrito por Ruth y Alicia Ferrari, en el que cuentan las experiencias de su taller de artesanías. En una de sus páginas Ruth escribió:




            Yo pintaba, pero con la pintura tuve un parate. Quería hacer objetos y para eso necesitaba un taller. Junto a Oski creamos uno en la calle Libertad, empezamos haciendo cosas para nuestros chicos, una piñata, un castillo, un tencito de almohadones.
            En esa época colaboraba en revistas y libros infantiles. Ilustré Zoo loco de María Elena Walsh y la colección “Bolsillitos” que escribía Beatriz Ferro para Editorial Abril. Recuerdo que me quedaba hasta tarde dibujando mientras escuchaba radioteatros. Esa influencia que el mundo infantil ejerció en mí se combinó con la fascinante tarea de decorar el aire, así nacieron los primeros móviles.






Chikie – Nelly Oesterheld (1922-2016)




            Era la hermana menor de Héctor, en total eran cinco hermanos y ellos dos los más cercanos en edad. De joven Nelly sufría desmayos repentinos y eso la llevó a buscar un trabajo que pudiese hacer en su casa. Así comenzó a ilustrar cuentos de Héctor y, después de otros autores.
            En Editorial Sigmar  hicieron juntos  quince títulos de la colección “Mis animalitos”, pero también otros de “Álbumes infantiles”, por ejemplo La escuelita del Señor Quesete. 




                Y hasta alguna vez se animó también a escribir como en Fieles compañeros, Colección Álbunmes infantiles, Sigmar.


Las imágenes de Chikie no se utilizaban solamente en los cuentos, también se hacía con ellas figuritas con brillantina, las famosas “figuritas brillantes “que coleccionaban y usaban para jugar las nenas de esa época,
            Pero además Chikie era una artista pionera  en un arte complicado: los libros troquelados que hoy se llaman “por-up”. Ella los ideaba y daba a la editorial las instrucciones de cómo recortarlos.
            Comenzó a ilustrar Bolsillitos en 1953, el primero es Vienen las mascaritas (49), 




luego ilustró  En alta mar (108) y Muchas felicidades (93) que trae, precisamente, tarjetas de felicitaciones para recortar y armar. También es suyo El castillo encantado (126), en el cual es muy probable que haya hecho también los troquelados. Ilustró parte de la serie de “Los Negritos” toda la serie “Mi almanaque” de 1956, toda la de “Pinocho y Pinochita” y, posteriormente, la de  “Los cachorritos”. Dibujó alrededor de cincuenta  Bolsillitos, entre 1953 y 1959. Curiosamente, ningún título de su hermano.


Nº155 La ronda del carnaval 
52

Nº285 Chapotín el patito

            Ilustró también para “Gatito”, "Cuadernos de Gatito" y “2, 3 y 4”. En “El diario de mi amiga” tiene los dos de Bildita (4 y 6), el de Morenita (10) y el de Heidi (12).






Nº39 Gatito chacarero

            Además de los trabajos de mapas hice uno de figuritas, como trescientas, que gustó mucho a la Editorial Sigmar y por eso me dieron como premio el viaje a Bariloche y me quedé fascinada con el lugar. Había llegado en tren y esas curvas que hacía la máquina antes de llegar fue como el giro de mi destino, decidí quedarme, tal vez esa fascinación me venía por mi ascendencia paterna alemana, el amar las montañas, mientras que mi mamá era criolla mezclada con vascos, Pujol o Puyol.[11]

            Chikie se quedó en el sur y eso, muy probablemente, la salvó del terrible final que tuvieron su hermano y sus sobrinas. Se casó con un periodista de Trellew; falleció en esta ciudad en 2016.



Horacio

            Ilustró más de veinte  libritos sabios; es casi el único ilustrador de esta serie. Entre ellos: El hormiguero de vidrio (223) La vizcacha (241), Rayito de luz (265) y la serie de los niños de diversas etnias. 


Nº 241 La vizcacha (Sánchez Puyol)

                    Ilustró también algunos cuentos, por ejemplo, el Nº 202 Circo Rataplán de Inés y el Nº267 La camioneta que no quería caminar de Ángela Koduss.



No encontré datos de este ilustrador.
       .

Lilian – Lilian Obligado (1931- 2021)



           
            En los Bolsillitos su nombre aparece escrito: “Lilian”, “Lillian” o “Lillián”, 
Firmado “Lillián”  Vida de perros (297); Lillian: La fiesta de las banderitas (310); ¡Todos bailan! (325)


Primer Bolsillito de Lilian: Nº310 La fiesta de las banderitas (Pedro)

            Firmado “Lilian Obligado”: Los camellos (248)., por ejemplo.

Nº297 Vida de perro (Pedro)

            En “2,  3 y 4” hay varios firmados Lilian o Lillian, en tanto que en “El diario de mi amiga” figura “Lilian Obligado” en algunos y “Lillian” en otros. Son suyos el de Irene (40), el de Zulma (43), el de Laura (47) y los tres de Tita (48, 49 y 57)



            Su vocación comenzó de muy chica:

Pero antes, a los 9 años, cuando todavía no sabía que iba a convertir su pasión por los lápices y los colores en una carrera, su padre la llevó a los estudios Disney a conocer al creador del Ratón Mickey. "Mi encuentro con Walt Disney me marcó mucho. Yo vivía con mi padre en California. El trabajaba en los estudios Warner y me llevaba con frecuencia a ver cómo se filmaban las películas con actores famosos. Ese mundo me fascinaba. Una tarde, en un cóctel con embajadores, me presentó a Disney. Yo no tenía mucha idea de quién era, pero lo curioso es que era justo el momento en que se estaba filmando Bambi: todavía se hacían los dibujos con lápiz negro a mano. Cada escena requería 400 dibujos para marcar el movimiento. En esa reunión éramos unos siete chicos; estaba Shirley Temple también. Fue una experiencia extraordinaria. Ahí dije: «Me encantaría hacer algo así»."       [12]

            Es nieta del poeta Rafael Obligado. A fines de los cincuenta se radicó en Estados Unidos donde tuvo gran éxito como ilustradora de libros infantiles, .ilustrando más de doscientos entre 1959 y 1999 para importantes editoriales como Simon & Schuster, Macmillan, Random House y Gallimard. También escribió cuentos y adaptaciones de cuentos tradicionales.




            Está radicada en Suiza. En diciembre de 2017 vino a Buenos Aires como invitada especial del “VI Festival Internacional de Historieta Viñetas Sueltas”.  Allí expuso sus trabajos: bocetos, dibujos originales y portadas de libros infantiles. Entre diciembre de 2017 y marzo de 2018 estuvo la muestra “Lilian Obligado, trazos de vida” en el Museo Histórico Nacional.  

    29/09/2021  Lilian Obligado falleció el lunes 27/09/2021 Nota de Clarín sobre su muerte y su trayectoria: https://www.clarin.com/cultura/lilian-obligado-ultimo-adios-gran-ilustradora-argentina_0_m0YW8LbZw.html





Para saber más de Lilian: https://graffica.info/lilian-obligado/


Chacha – Sara Conti (s/d-1984)



Chacha con su sobrino Pablo

             El año probable del nacimiento de Chacha puede ser 1914 ya que era aproximadamente seis años mayor que su hermano Oski.
Antes de entrar en Abril había dibujado caricaturas políticas, para el semanario “Cascabel” bajo el seudónimo de Van Pog.
El primer Bolsillito suyo  es de 1959:¿Terminaron las clases? 





Ilustró toda la serie “Mis juguetes” de Beatriz cuyos personajes son el niño Miguel y los animales de paño Lumpi, Oink y Sofanor. Dibujó más de cuarenta Bolsilltos, el último creo que es ¡La cosa más linda del mundo! (866)


¡Pepe Bolsillitos estilo Chacha! 


Nº813 Un cuento muy corto (Beatriz)

Ilustró varios títulos de “2, 3 y 4”. En “El diario de mi amiga” tiene los dos de Maricler (50 y 52).


Siguió a Boris en el CEAL. En “Los cuentos de Polidoro” ilustró todas las leyendas europeas de Yalí, reunidas en el volumen Brita y las nornas y otras leyendas. 

                            Brita y las nornas                                          El atado de heno                  

En “Los cuentos del Chiribitil”. Los zapatos voladores, de Margarita Belgrano, Chavukú de Sofía Laski y Viaje al Páis de los juguetes, de Graciela Melgarejo.



En los setenta ilustró, para Editorial Atlántida varios cuentos de Constancio C. Vigil: El casamiento de la comadreja,  Tragapatos , Botón Tolón, Muñequita,  Juan Pirincho, El Manchado y La Dientuda

                                       La Dientuda                          El casamiento de la comadreja


 Para Editorial Plus Ultra, en los ochenta, algunos libros de la “Serie para escuchar y para hablar”, por ejemplo: Conejita Blanca y el Viaje a la luna, de Eugenia Calny, Pichi Nahuel. Pequeño Tigre mapuche, de Gladys M. de Rubio  y La chinchilla Maravilla, de Adriana Vega.




Tuvo muy buena relación con sus sobrinos. Uno de ellos, Pablo Conti, me contó que, cuando era chico,  le mostraba los originales de sus dibujos y le pedía su opinión.


 El dibujo original de Chacha y el mismo ya publicado en El 2ºdiario de mi amiga Maricler (Nº52)



Leo – Leonardo Haleblian (s/d)

            Creo que era familiar del ilustrador Nazar Haleblian, quien ilustró varios cuentos de Oesterheld en Editorial Códex.
            Su nombre empieza a figurar en los Bolsillitos a partir de 1958 y desaparece en 1964. En ese período ilustró más de cuarenta libritos.



El primero es Tomasito y el búfalo (319) y uno de los últimos Salustia y el rey (658). Dibujó muchos de Beatriz, de las series “Historias del mundo” y “Los pueblos y sus cuentos”.


 Nº323 La adivinanza del jardín (Beatriz)

Nº406 ¡Una caldera grande así! (Beatriz)

Nº430 El regalo de cumpleaños (Nora)

            Tiene muchos cuentos en "2, 3 y 42, varios de ellos de María Elena Walsh.

·
            En 1963 ilustró el primer cuento infantil publicado por Eudeba, La escuela de las hadas, de Conrado Nalé Roxlo.




            En la colección “Cuentos del jardín” de Editorial Latina ilustró el libro de Elsa Bornemann El cazador de aromas (1974).


 En Editorial Atlántida, ilustró varios cuentos de Constancio C, Vigil: El bosque azul (1975); Los enanitos jardineros (1976).En Aique, el libro de lectura de Ana María Ramb Patio abierto (1987).


Los enanitos jardineros (Vigil)

            En sus últimos años de trabajo se dedicó principalmente al diseño gráfico. En los setenta trabajó en Editorial Atlántida como director de arte de la revista “Para ti”. Siguió en esta editorial hasta jubilarse.

            Era un gran tipo, muy defensor de la comunidad armenia. Después tuve la suerte de que, en algunas de las crisis de Billiken, el director general, Aníbal Vigil, lo pusiera a Leo como supervisor de arte de Billiken, por algunas temporadas, donde  supervisaba básicamente el diseño gráfico. Era muy respetuoso del texto, era un diseñador que no pensaba que el diseño gráfico era el ombligo del mundo y que todo lo demás se debía subordinar al diseño, sino más bien trataba de complementar el trabajo del texto. Nunca tuve suerte en lograr que hiciera alguna ilustración. Le he encargado trabajos, cuando fui director de Billiken, pero nunca quiso hacerlos. Se jubiló y se retiró de Atlántida muy poquito tiempo después de que yo me retiré, en 1986; seguramente fue antes de los noventa.
            Fue el que produjo la  gran renovación visual de las revistas de Atlántida, en particular de “Para ti”, él se atrevió a poner en tapa una foto gigante con una modelo que tapaba con la cabeza el logo de la revista. Esos fueron hallazgos de Leo, también una forma muy particular de manejo de la tipografía. Creo que sabía todo eso intuitivamente.
Le gustaba muy poco hablar del pasado, de su paso por Abril y de su trabajo con Boris.
Carlos Silveyra[13]



Guillermo – Guillermo Roux (1929)

            Según el testimonio de Beatriz Ferro, antes presentado, sabemos que este pintor argentino, internacionalmente reconocido, tuvo un breve paso por Biblioteca Bolsillitos.



Nº554 Violeta (Beatriz)

            Ilustró: Violeta (664), Serafín (667), La fiesta de los pájaros (689) y Alvarito (701), todos en 1965.


Nº689 La fiesta de los pájaros (Beatriz)

            Me resulta un poco extraño porque, leyendo sus biografías no encontré nada al respecto y resulta que en 1964 estaba radicado en Jujuy y en 1966 se fue por un año a Nueva York…pero, si lo dijo Beatriz, habrá que creerlo. En 1965 tenía 36 años, pero no era muy conocido, comenzó a hacer muestras importantes en 1972 y su fama internacional comenzó un año después, así que bien pudo haberse dedicado a la ilustración de libros infantiles además de a la docencia,
              También participó en Gran Enciclopedia de los Pequeños.


Tomo 1 


Oski- Oscar Conti (1914-1979)





            Estudió en la “Escuela Nacional de Bellas Artes” y, más tarde, escenografía en la Academia Superior de Buenos Aires.
. Sus primeros dibujos fueron publicados en la revista “Cascabel” en 1943, donde trabajaba su hermana Sara (Chacha). Luego trabajó en “Vea y lea”, “Cabalgata”, “El hogar”, “Clarín “y “Rico Tipo”. En esta última revista dibujó y guionó la  historieta Amarroto e ilustró textos de César Bruto. Después creó una revista propia: Los cuadernos de Oski.
Realizó varios viajes a Europa, e ilustró libros en Italia y Francia. En uno de esos viajes, como vimos, comenzó su relación con Ruth.
Como escenógrafo, hizo los diseños de la obra La prostituta respetuosa, de Jean Paul Sartre, en Santiago de Chile (1947)  y de Androcles y el león, de Georges Bernard Shaw, en Buenos Aires (1953).
Volvió a trabajar con César Bruto en los setenta en la revista “Satiricón” y en el  libro Medicinal Brutoski ilustrado.
Su pasión por los libros antiguos se vio reflejada en :Vera historia de las Indias (1958), Primera fundación de Buenos Aires (1959), Vera historia del deporte(1973) y las publicadas después de su muerte: El descubrimiento de América (1992) y Comentarios a las tablas médicas de Salerno (1999).




Participó en muchas publicaciones de izquierda, vivió un tiempo en la Cuba de Fidel Castro y en el Chile de Salvador Allende. Durante el segundo gobierno militar, se fue a vivir a Brasil y luego a  Barcelona, donde trabajó para la Editorial Lumen; en ella publicó El fantasma de Canterville, entre otros. De allí pasó a Roma y regresó a Buenos Aires, ya muy enfermo, en 1979. 



Ilustró El quillet de los niños, junto con Ayax Barnes y Enrique Breccia




Su paso por los Bolsillitos comenzó de la mano de Ruth puesto que sus primeras ilustraciones son en colaboración con ella: El hombre de los nombres (755), El rey Midas (781) y El regalo del rey (800). 



Nº755 El hombre de los nombres (Beatriz)

Como único ilustrador: El rey Fog (854) y En el campo (859).


Nº854 El rey Frog (Beatriz)

Supongo que su participación en la colección fue un gesto de cariño para con su esposa e hijos.


Oski con su hijo Pablo


Ele

            No pude identificar a esta ilustradora, tiene varios Bolsillitos de la última época: Halvor y el oso (831), El gato de Pekín (834), Se enojaron los colores(843), Pocacosa la perrita castaña (848), Pomponio (857), Cosas para adivinar (864)


Nº848 Pocacosa la perrita castaña (Edith)

Sólo resta nombrar los ilustradores de uno o dos títulos de Bolsillitos de los cuales no pude encontrar ningún dato.

- Alicia: La princesita Rosabel (119), Monito Colorín (131)
- Alú: Diego el escocés (112)
- Babi: Nina la bailarina (61), Manolín el zapatero (109)
- Ballesteros: Los cowboys (210)
- Bronislava: Contando y pintando (263)
- De la Torre: El caballero Amadís (227)
- Dibea: La luna enojada (760)
- Domínguez: Los monitos (124)
- Federico: El lecherito (72)
- Glamzer, Esther: Un regalito para mamá (237)
- Héctor: La campana (711)
- Kazu: Otoño (106), en colaboración con Agi
- Lavigne: Los obreros del bosque (64)
- Lucio: Saznanivida (851)
- Lydia: Versos con adivinanzas (719)
- Mario: Un tranvía en el espacio (531)
- Molinari: Kochito el esquimal (145)
- Sagrera: ¡Viva el osito! (80)
- Salva: Puntitos con sorpresa (9), Los dos mellicitos (34)
- Susana: Sebastián (716)
- Teo: La Cenicienta (3), Las hadas (35)
- Ton: Animalitos para pintar (19), Mis juguetes (26)
- Vicky/ Diego: ¿Qué es lo más más? (832)
- Anita Weil: Los cuatro hermanitos (79)
- Zelanira: Caperucita Roja (6)






[1] Entrevista via mail, agosto de 2018
[2] Información obtenida en https://luisalberto941.wordpress.com/tag/luis-destuet/
-       [4]  En:blog “Siulnas/Historiador:”Alberto del Castillo” http://siulnas-historiador.blogspot.com/2010/10/alberto-del-castillo.html
[5]Zlata Fuss Phillips, German Children’s and Youth Literature in Exile (1933.1950), Dev Gruyter Germany, Verlag, 2001.
[6] Andersen, La Sirenetta, Milano, Mondadori, 1945
[7] Testimonio de Pablo Kornfel, sobrino nieto de Susi Hochstimm.
[8] Entrevista vía mail, julio de 2018
[9] Osterreichische Exilbibliothek in Literaturhaus
[10]Familia de artistas, Suplemento “Las 12” del diario Página 12, 18 de diciembre de 2009.
[11]http://rebroteorganizandoeventos.blogspot.com/2009/11/nelly-oesterheld-la-hermana-de-tito.html
[12]https://www.lanacion.com.ar/2078479-los-trazos-de-lilian-obligado-una-vida-dedicada-a-la-ilustracion
[13] Entrevista vía whatsapp, setiembre de 2018.






3 comentarios: